La Familia




La familia es un grupo de personas ligadas por el afecto pero también por las diferencias y las rivalidades propias de estos vínculos, cuya relación tiende a mantenerse durante toda la vida.

En el seno de la familia se aprende a relacionarse, a comunicarse y a elaborar una identidad propia. La familia hace posible la socialización primaria y representa el principal referente en la forma de relacionarse con los demás.

Los enfrentamientos entre hermanos más que la excepción son la regla, ya que son pocos los que tienen una relación armoniosa y que pueden quererse y ayudarse sin condiciones. El origen de estas rivalidades entre hermanos se debe principalmente a las diferencias que hacen los padres, casi sin darse cuenta,  en su trato con ellos.

Los hijos menores son los que usualmente reciben el trato más permisivo y benevolente mientras los mayores son los que tienen que lidiar con prohibiciones, exagerados límites y estrictas normas, por ser los primeros.

Sin embargo la competencia entre hermanos es un proceso que resulta necesario para aprender a distinguirse de los demás y desenvolverse en la sociedad.

Aunque cada hermano siga su propio camino, la relación fraterna, como ninguna otra,  comparte una historia común a lo largo de toda la vida, aunque cada uno tenga de esa historia una perspectiva diferente.

La relación con la familia cambia a medida que los hijos crecen perdiendo los padres mucho de su protagonismo, el cual es reemplazado por las nuevas relaciones sociales que se establecen.

Una vez que los hijos forman una familia propia, los vínculos parentales y fraternales se enfrían, cediendo, en el mejor de los casos, el lugar prioritario a sus nuevas relaciones,  en otros, puede producirse un antagonismo, principalmente por haber desarrollado vínculos de dependencia.

El psicólogo británico Judy Dunn, profesor de desarrollo infantil en el Instituto de Psiquiatría de Londres realizó estudios a largo plazo, los cuales han mostrado que antes de cumplir el año, los niños tienen una alta comprensión de las relaciones sociales y son muy sensibles a las diferencias en el afecto, en la atención, en el trato y en la disciplina que les imponen sus padres. Cada hijo pretende tener un trato diferencial con respecto a sus hermanos y tienen un alto sentido de la justicia o injusticia.

Las investigaciones de Dunn mostraron que los niños que sienten que reciben menos afecto o atención de su madre comparados con sus hermanos, en la adultez suelen ser personas preocupadas, angustiadas o deprimidas.

Desde los dos años los niños pueden valorar estas diferencias y cuanto mayor sea esta percepción más grande será su conflicto en relación con sus hermanos y más alta la posibilidad de que incorpore estos patrones de comportamiento a su personalidad, trasladándolos a otras relaciones afectivas.

Los hermanos siempre evaluarán lo que los padres les dan a cada uno de ellos, mientras vivan y más aún después de muertos a la hora de leer el testamento.

La rivalidad entre hermanos también existe entre los animales cuando algunas crías reciben mayor atención de sus padres.

Los primogénitos reciben la máxima atención de los padres y las expectativas son que defiendan sus valores y tradiciones y eventualmente asuma la responsabilidad de sus hermanos menores en la adultez, mientras los hijos menores, pueden tomarse más libertades y ser más abiertos a lo nuevo.

Los que siempre pierden son los hijos del medio, aunque los padres se esfuercen por darles a todos sus hijos igual atención.  Esto puede generar en ellos, baja autoestima, que sean más conscientes de sí mismos y que tengan la tendencia a estar más cerca de los amigos que de los padres.

Solamente cuando se aprende a dominar los propios conflictos, padres e hijos logran liberarse de la dependencia;  y se pueden amar y resolver las relaciones familiares para siempre.

Fuente: Psychology Today.