Problemas de Sueño en los niños


Los estudios realizados a lo largo de mucho tiempo, han mostrado que una buena parte de los trastornos del sueño se mantiene a través de los años y terminan siendo también un problema en la adultez.

Muchos niños necesitan estar acompañados para dormirse y muchos padres no se dan cuenta que sin querer han estado reforzando esa conducta cuando acceden a acostarse a su lado o bien cuando admiten a sus hijos pequeños en su propia cama.

Se considera que un niño que se duerme solo ha avanzado un paso importante en su desarrollo y esto se puede conseguir de distintas maneras hasta con un bebé de cinco meses.

Existen varios métodos para aplicar en el momento en que el niño debe ir a dormir, como por ejemplo ir eliminando de a poco la presencia del adulto en su habitación o bien siguiendo el famoso método Faber , de 1985, que denominó “chillar controlado”, que consiste en dejar solo al niño cinco minutos aunque proteste un poco y luego ir agregando un minuto más cada día. Se trata en este caso de esperar que el sollozo se extinga por falta de atención y de refuerzo hasta que el niño desarrolle el hábito de tranquilizarse solo y de dormirse sin la presencia de sus padres.

Esta posibilidad puede garantizar una costumbre saludable en el dormir que tenderá a mantenerse durante toda la vida, lo que significa reducir en gran medida la gran cantidad de gente adulta que existe que ha perdido sus ritmos biológicos de sueño debido a los malos hábitos adquiridos en la infancia.

Un procedimiento gradual consiste en:
Acostar al niño en su cama
Acompañarlo un rato calmándolo con caricias y susurros.
Alejarse lentamente de la cuna
Salir de la habitación antes de que se duerma, reduciendo cada día un poco más el tiempo de permanencia en su habitación.

Herbert Renz-Polster, de la Universidad de Heidelberg, afirma que naturalmente los niños tienen necesidad biológica del contacto corporal con sus padres, ya que nuestros antiguos ancestros, durante miles de años, debían permanecer al lado de sus hijos por cuestión de supervivencia y el hecho de que en sociedades altamente desarrolladas muchos niños tengan una habitación para ellos solos desde que nacen, es una costumbre relativamente nueva.

La posibilidad de que cada miembro que se incorpora a la familia tenga su propio espacio, resulta más higiénico y ayuda a los niños a ser más independientes, de modo que se hace necesario enseñar al niño a dormirse solo.

También hay que considerar que los padres que han podido dormir bien durante la noche pueden tener más paciencia y tolerancia con sus niños durante el día.

Existen reglas fáciles que favorecen el sueño; como por ejemplo respetar la regularidad de los horarios de descanso y evitar que cenen en exceso y que realicen actividades antes de dormir que los sobreexciten.

Sin embargo, no siempre estas técnicas funcionan cuando las dificultades del sueño son más agudas; por lo que se hace necesario descartar cualquier causa orgánica.

Alrededor del 2% de los problemas de sueño en niños se debe a dificultades respiratorias, cuya causa puede ser amigdalitis o presencia de pólipos que les pueden producir sueño intranquilo y despertarlos por la noche.

El trastorno de hiperactividad (TDA-H) también puede alterar el sueño. Un estudio realizado en la Universidad de Colonia muestra que el 50% de los niños hiperactivos presentaba trastornos del sueño.

El sueño de un niño a partir de los seis meses de edad, consta de varios ciclos. Comienza con un sueño profundo al principio de la noche que dura unas dos horas, de 20 a 22 horas; luego su descanso continúa con sueños ligeros alrededor de unas siete horas, hasta las cinco aproximadamente, y después vuelve a caer en un sueño profundo hasta alrededor de las siete.

Fuente: "Mente y Cerebro"; N.45/2010; "Cuando los niños no pueden dormir"; Katja Gaschler.