Biografía de Lola Mora




Lola (Dolores) Mora, (1867-1936) fue una destacada escultora argentina, nacida en la provincia de Tucumán en el seno de una familia de buena posición económica.

Desde pequeña solía pintar flores, actividad que sus padres favorecieron considerándola adecuada para una señorita de familia distinguida.

La casa familiar “El Tala” era visitada por gente importante de esa época y  funcionarios del gobierno y su padrino fue quien sería tiempo después presidente de la República, Nicolás Avellaneda.

Los padres de Lola fallecieron jóvenes cuando ella apenas tenía 17 años, quedándose sola con su hermano menor, alguien que sería para ella su mayor afecto en la vida.

Dueña de una pequeña fortuna, comenzó a tomar clases de pintura con un pintor italiano residente en Tucumán, tenía un carácter fuerte y no todas sus relaciones aprobaban su forma de vivir.

Aunque su conducta fue considerada escandalosa por sus allegados, era muy admirada por sus dibujos y sus pinturas.

Lola fue una mujer independiente que rechazó a muchos pretendientes; y a otros los alejó su fama. 

A los 27 años realizó su primera exposición con la exhibición de  21 retratos de gobernadores de Tucumán, dibujados en carbonilla en papel canson.

Ya desde entonces Lola había decidido dedicar su vida al arte y mantenerse con su trabajo, objetivo difícil para un artista y más aún para una mujer en esa época.

Lola pudo vender todos sus retratos y con la ayuda de amigos influyentes consiguió una beca para estudiar en Buenos Aires, donde vivió dos años con su hermano Alejandro.

Posteriormente, gracias a una beca que le concedió el entonces presidente de la Nación, Bartolomé Mitre, partió a Roma, con una carta de recomendación para el embajador argentino en Italia,  siempre en compañía de su inseparable hermano.

En Roma, Lola descubrió, modelando en arcilla en el taller de un famoso pintor italiano,  su verdadera vocación artística: la escultura.

Pensaba que viviendo en un país joven, existían buenas posibilidades de que el gobierno argentino estuviera dispuesto a pagar para la construcción de monumentos, ya que las familias adineradas sólo se interesaban en el arte europeo.

Lola Mora era la única alumna mujer en el taller del escultor Monteverde, que era un especialista en monumentos célebres.

Sus nuevos amigos la ayudaron para que le fuera renovada la beca y para conseguir algunos trabajos como escultora.

Lola instaló su propio taller y comenzó a hacer exhibiciones y a ganar premios en exposiciones y concursos europeos.

También empezó a recibir pedidos oficiales del gobierno argentino y de las provincias del interior.

En 1900 inició los diseños de su famoso trabajo “Fuente de las Nereidas”, que actualmente se encuentra en la Costanera Sur.

Lola la ofreció como regalo a la ciudad de Buenos Aires con la idea de que fuera emplazada en la Plaza de Mayo, pero cuando llegó de Europa con las distintas piezas de su trabajo desarmado, las desnudeces que reflejaban su contenido resultaron escandalosas para esa época, al punto de que no encontraban lugar dónde ubicarla.

Finalmente, la fuente fue instalada, gracias a la intervención de Mitre, en Alem y Cangallo.

La fama de la escultora continuaba en ascenso multiplicando su trabajo con la consecuente afluencia de dinero.

A los 42 años, contrajo matrimonio con uno de sus alumnos, Luis  Hernández Otero,  mucho menor que ella,  y se fueron a vivir a Italia donde estuvieron tres años.

A su regreso, la situación política del país había cambiado y sus relaciones perdieron influencia.  Muchos de sus trabajos contratados fueron cancelados y el nuevo gobierno la ignoró por completo.

En 1916, Lola Mora se separó de su marido y dos años después “Fuente de las Nereidas”, su obra más famosa, fue reubicada en la Costanera Sur.

A los sesenta años, Lola intentó invertir el último dinero que le quedaba en un emprendimiento minero salteño, pero sufrió un derrame cerebral y ya no fue más la misma.

Hoy en día se la recuerda como una notable escultora, valiente y audaz para su época, creadora de una destacada obra, conocida como “La fuente de Lola Mora”, aunque el verdadero nombre de la escultura sea "Fuente de las Nereidas".

Fuente: “Vidas perpendiculares”; Ana María Shua.

MALENA