La Aceptación




Cuando una persona logra aceptar la realidad como es y no como desea que sea, ha elevado su nivel de conciencia y ha despertado.

Estar despierto es estar consciente del momento presente y aceptarlo como es, es haberse liberado de los deseos mundanos y haberse entregado a lo que Es.

Recién en ese estado se puede ser feliz en este mundo, llegar a encontrarse a sí mismo, comenzar a concentrarse en el propio desarrollo y crecimiento interior y desplegar toda la creatividad.

La madurez es el momento de lograrlo, cuando los hijos se han ido del hogar y uno ha sido capaz de dejar que hagan sus vidas dejándolos libres para poder serlo también nosotros.

En ese estado de conciencia todo está bien y nada nos preocupa, nos sentimos bien en cualquier lado y nos da lo mismo una cosa que otra, o sea que recién cuando parece que ya no nos importa nada es cuando podemos empezar a disfrutar verdaderamente de todo.

Porque antes, cuando todavía estábamos viviendo una vida ilusoria y creíamos ser felices cumpliendo todos nuestros deseos, no podíamos evitar después quedar vacíos por dentro con nuevas ansias por otras cosas.

La paz interior es lo más importante y lo más difícil de obtener, porque nos empeñamos en manejar la vida de los demás sin pensar en la propia.

El mundo es un reflejo de nosotros mismos, de modo que para transformarlo primero tienen que cambiar los individuos, porque el cambio es de adentro para afuera, no a la inversa.

Comencemos siendo más agradecidos de ser quienes somos y de tener lo que tenemos, aunque sea poco, porque ser agradecido es la condición que exigen los milagros.

Tengamos fe, principalmente en nosotros mismos, en nuestra intuición, en nuestra propia fortaleza interior,  en la vida y en la sabiduría de la naturaleza, porque la fe mueve montañas.

La vida es un don que Alguien nos ha dado, hagamos con ella lo mejor sin preocuparnos por nada porque el verdadero poder está en la entrega.

MALENA