La Felicidad interior




Vivimos tiempos de depresión y de mucha tristeza y hablar de felicidad parece una utopía.

Muchos son los que se quejan por todo lo que creen que les falta y porque siempre anhelan ser quienes no son; creyendo falsamente que si consiguieran cumplir con estas aspiraciones serían felices.

Osho afirma que todas las personas pueden ser felices, porque a diferencia de otros seres vivos, los seres humanos son libres y tienen conciencia;  y esta condición es la que les permite elegir ser felices o infelices.

Esta felicidad sólo se siente cuando se toma la decisión de estar alineado con el todo y de encajar armoniosamente en la totalidad  haciendo lo que se está llamado a hacer, porque eso exige una profunda concentración; y la concentración es la que produce en la conciencia una profunda alegría..

Para Osho, el que logra este estado, sin distraerse con otra cosa, está meditando.

La concentración es un estado de la mente que nos lleva a experimentar a nivel espiritual, más que felicidad, dicha y alegría interior, estado que se puede lograr cada vez que se presta absoluta atención.

Todos tienen oportunidad de experimentar estados de absoluta concentración, cuando ven un espectáculo que les interesa y los conmueve o una película que los atrapa hasta el punto de no percibir nada que esté pasando alrededor,  cuando establecen una relación con alguien que los fascina, cuando leen con avidez un libro o cuando escuchan buena música; momentos que quedan grabados en sus  mentes porque los han conmovido.

¿Por qué las personas son infelices?  Principalmente porque no hacen lo que les gusta y se pasan la vida haciendo otra cosa, cosas que las distraen pero las aburren, las deprimen, las vuelven insensibles.  Se acostumbran tanto a ser infelices que se sienten contentos de hablar de ello y hasta le pagan a un psicólogo para que los escuche.

El que no disfruta de su trabajo tiene que hacer otra cosa, cualquier otra cosa,  porque vivir con alegría está en sus manos, porque la clave para sentirse realmente vivo es estar concentrado, atento y plenamente consciente..

Cada noche, antes de dormirse, tendrían que pensar en cuál fue el momento más feliz de ese día.  Podrían sorprenderse al darse cuenta; que la mayoría de las veces no hubo ningún momento que los conmovió profundamente, nada que realmente valió la pena, lo que puede hacerlos sentir que perdieron el tiempo,  como si estuvieran muertos.

La gente se da cuenta que puede sentir una gran alegría interior cuando hace algo creativo, principalmente, porque lo obligó a estar plenamente concentrado. Pero para hacer algo creativo tienen que hacer algo que les gusta.

La felicidad no se relaciona con el éxito, con el dinero, con el poder, el prestigio u otra cosa material; solamente se relaciona con la conciencia y depende solamente de nosotros mismos, de qué es lo que lo conmueve a cada uno.

Para la persona que no es consciente, la felicidad es el placer, o sea, las sensaciones placenteras del cuerpo, que siempre son pasajeras; porque el placer produce alivio de la tensión pero no alegría interior.

Muchas personas viven para ese placer porque están dormidas y no conocen otra cosa;  pasan sus vidas en forma superficial y de una adicción a otra, adicción a la comida, al alcohol o las drogas, al sexo, al trabajo, etc.

El placer se relaciona con lo fisiológico mientras la felicidad tiene un sentido psicológico; porque la felicidad no es el alivio de una tensión, es algo más profundo pero sin llegar a ser verdadera dicha, porque aún no se está plenamente despierto.

El despertar de la conciencia es salir de la oscuridad y ver la luz, es cuando desaparecen el ego, las tensiones, las angustias y la ansiedad y podemos sentir una absoluta satisfacción en un presente perpetuo.

Esa es la verdadera alegría interior, la dicha, la libertad absoluta; porque la felicidad es humana pero la dicha es divina.

El placer es insaciable y es lo que produce la competencia, la violencia, las guerras;  y el que busca  placer tampoco puede amar porque utiliza al otro como medio para conseguirlo, cuando el otro es un fin en sí mismo.

El placer no es el objetivo de la vida humana porque es algo fisiológico y  primitivo,  mientras la felicidad es psicológica y algo más refinada que el placer.  Recién la alegría es espiritual, pero sin llegar a alcanzar el nivel más profundo del ser que es la dichai, que incluye la alegría interior y es la plena conciencia.

MALENA