Algo más sobre el sexo oral y el sexo anal



En el sexo, todo está permitido, siempre que al otro le agrade y no lo ponga en peligro. Sin embargo, aunque esto es bastante claro, algunos tienen dudas sobre cómo se tienen que comportar cuando su pareja le propone un modo de hacer el amor diferente, que implica ciertos actos que no le satisfacen.

En una relación de pareja, como en la vida en general, siempre hay que estar abierto a nuevas experiencias, pero si luego se comprueba que una práctica no satisface, hay que ser fiel consigo mismo y negarse rotundamente a hacerla; porque de lo contrario, se está fingiendo y la auténtica persona que se es no participa, quedando oculta detrás de una máscara.

La mayoría de los jóvenes suele tener tan baja la autoestima que cree que tiene que acceder a todo, que no puede elegir, porque teme ser abandonada, y no es así; porque las personas más atractivas no son precisamente las que dicen si a todo sino las que se muestran como son, las que se atreven a disentir, a elegir lo que quieren y lo que no quieren.

Las otras, las que hacen todo lo que se supone que hay que hacer aunque no les guste, además de no tener respeto por sí mismas, muestran que no tienen carácter como para defender su postura como algo válido.

Y ahora un chiste para cuestionar el mito de que la mujer tiene que estar dispuesta a aceptar todo lo que le propone su pareja.

¿Quieren saber en qué se parece el sexo oral a una paella?

En que a ninguno de los dos lo hacen en casa.

Los chistes forman parte del imaginario colectivo y se inventan porque encierran una realidad: no todo el mundo está dispuesto a hacer sexo oral.

En primer lugar si lo analizamos fríamente, la postura que tiene que adoptar la mujer para hacer sexo oral al hombre, es de rodillas.

Esta postura es necesaria tanto estando el hombre parado como acostado, de otro modo resulta casi imposible, a menos que se disponga de un asiento de altura adecuada como para hacerlo en posición sentada.

Estar de rodillas frente a una pareja implica una actitud de sumisión que inconscientemente es lo que excita más al hombre.

En segundo lugar, los seres humanos han perdido los instintos y ya no responden a los estímulos naturales sino a los artificiales. Los olores del cuerpo a las mujeres les pueden resultar desagradables y no producirle excitación sino asco, porque han sido educadas con el hábito de la limpieza y acostumbradas a avergonzarse de sus propios olores corporales. Por esa razón sólo pueden responder al perfume de los desodorantes o de las fragancias masculinas.

El avance de la tecnología ha priorizado los sentidos de la vista y del oído, mediante un mayor desarrollo de los medios audiovisuales en detrimento de otros sentidos como el olfato y el tacto.

En el acto sexual interviene todo el cuerpo; pero el calor de la proximidad, el tacto y el olfato son las tres condiciones básicas que hacen falta para lograr la excitación; sin embargo, muchos tienen que recurrir a otros estímulos visuales y auditivos para alcanzar el climax.

El sexo anal es tan antiguo como el mundo. Para el hombre representa una forma satisfactoria de descarga de la tensión sexual, práctica homosexual que es común en la adolescencia, cuando el varón no está aún maduro para enfrentar al sexo opuesto. Según Freud, etapa normal del desarrollo psicosexual , previa a la práctica del sexo adulto.

Así como el sexo oral se generalizó a partir del peligro al contagio del SIDA; el sexo anal ha sido y continúa siendo, una forma placentera de prevenir el embarazo. Es uno de los modos de controlar la natalidad fácil, accesible a todos, barato y que puede ser tan placentero como el vaginal, una vez adquirida la práctica. Pero como el sexo oral, no todas las mujeres lo disfrutan.

Ser libres significa ser uno mismo, poder elegir, tener una firme convicción propia y respeto por la propia persona.

Fingir placer para agradar al otro es alienación, dejar de ser uno mismo para ser quien no se es, manipulando al otro, supuestamente para no perderlo, sin considerar que sólo puede ser realmente amado quien se atreve a ser quien es.

Nadie es perfecto y aprendemos conductas que condicionan nuestro comportamiento sexual adulto. Tenemos que permanecer abiertos a nuevas posibilidades en todos los aspectos pero también tenemos el derecho a que nos acepten como somos y la obligación de aceptar a los demás como son.
Malena