Celosos de las "ex" parejas



Los celos forman parte del amor posesivo; que es la fantasía de poseer al otro y no desear compartir ninguna clase de sentimientos.

Los celos esclavizan y asfixian al amor agotándolo hasta que no queda más nada de él, porque atentan contra la libertad del ser humano y los transforma en objetos de quienes se consideran sus dueños.

Los celos de los “ex” puede deteriorar una relación y hasta deshacer el nuevo vínculo.

Las personas que se han divorciado o separado, seguramente lo han hecho por muchas buenas razones. Ya no se hablaban, solamente discutían, tampoco hacían el amor, cometían infidelidades y dejaban de atender sus responsabilidades, haciendo que el abismo entre ellos se hiciera cada vez más difícil.

En poco tiempo, el sentimiento que los mantenía unidos desaparece y se transforma en hostilidad y hasta en odio, haciendo que la convivencia se torne imposible.

Una separación es siempre cruenta y produce mucho estrés, ya que por motivos emocionales, familiares y económicos, no resulta fácil deshacer un compromiso afectivo que a veces involucra no sólo a una pareja sino también a los hijos.

Habiendo hijos, difícilmente la separación pueda ignorarlos y hacer borrón y cuenta nueva para empezar de nuevo, porque el compromiso tanto de la maternidad como de la paternidad no admite desentenderse de los hijos, sino que exige respetar la continuidad de la presencia de ambos progenitores toda la vida.

Cuando una pareja con hijos se separa, los hijos, por alguna razón, pueden sentirse culpables de la ruptura, por lo que es de mucha importancia aclararles que ellos no tienen nada que ver con esa situación, que los que se separaron son sus padres y ambos tendrán que asegurarles que se mantendrán unidos a ellos siempre, de alguna forma.

Lo más común es que tanto el padre como la madre vuelvan a tener nuevas parejas e incluso tengan más hijos.

Las personas que se unen afectivamente a alguien divorciado con hijos, tendrán que aceptar que esta relación estará condicionada por esa familia anterior y que no podrán evitar contactos con sus “ex” ni con los hijos, en las circunstancias que se establezcan, ya sea en forma consensuada o por vía judicial.

La persona involucrada debería gozar de absoluta libertad de acción para cumplir con sus compromisos anteriores y no sufrir objeciones por parte de su nueva pareja, debido a los celos.
No hay que olvidar que los hijos de una unión anterior existían antes de la nueva relación y el compromiso ineludible que eso conlleva.

Tener que frecuentar a las parejas anteriores no implica que vuelva a existir atracción entre ellos ni la intención de reanudar el vínculo, es una necesidad emocional vital para los hijos y también económica.

De todos modos, si esa atracción existiera todavía, mejor será saberlo y aceptarlo y liberarse de una pareja inestable e infantil que no sabe lo que quiere.

Los hijos de padres separados, además de culparse a sí mismos por este hecho, tienden a culpar al progenitor que se queda con ellos y condolerse por el que se va a vivir solo, aunque sea el que provocó la ruptura.

Ser hijo de padres separados es una condición que a veces no se logra elaborar y que deja una huella de resentimiento difícil de borrar.

No importa la edad de los hijos, todos sufren por igual y de algún modo se ven afectados sus desarrollos, sus futuras relaciones de pareja y también su destino.

Lo ideal siempre será lograr una aceptable armonía entre todos, sin rechazar a ninguno, comprendiendo la situación de cada uno y colaborando para aliviar los desequilibrios afectivos y económicos que provocan las separaciones y los divorcios.

Desconfiar de la pareja por el contacto necesario que debe mantener con su “ex”, es una actitud egoísta, que niega la realidad anterior y pretende acaparar para sí misma y su propia familia su afecto sin ninguna consideración de los derechos que tienen los otros.

Malena