Cómo romper una relación de pareja



Algunas parejas son para siempre, otras duran bastante tiempo y alguna vez terminan, pero hay otras que no duran casi nada.

Romper un vínculo de poco tiempo no requiere muchas explicaciones porque aún no existe un verdadero compromiso y solamente son dos personas que se están conociendo que aún no han construido una historia en común, pero una relación de algunos años es más difícil de deshacer.

Aunque la verdad sea dura, el que desea terminar con una relación es mejor que sea sincero pero sin necesidad de herir al otro, aunque sienta mucha bronca u hostilidad hacia esa pareja.

Sin embargo, son muchos los que no se atreven a enfrentar esa situación y prefieren mentir y engañar, tratando de eludir el enfrentamiento pero evadiéndose de distintos modos desleales del compromiso; disminuyendo los encuentros, las llamadas telefónicas y convirtiéndose en alguien muy ocupado, siempre ausente de todos lados y difícil de encontrar.

No es raro que la ex pareja encuentre a quien amaba con otro u otra o haya algún comedido que los haya visto y se apresure a hacer correr el chisme entre los conocidos; porque cuando se desea romper con alguien a veces puede ser útil no ser discretos, precisamente para intentar definir la cuestión sin tener que dar muchas explicaciones.

A buen entendedor pocas palabras le bastan para darse cuenta de que ya no lo aman. Sin embargo, la mayoría se aferra a la ilusión de una posible reconciliación y es verdad que no hay persona más ciega que la que no quiere ver.

Si se trata de un matrimonio, no es raro que el que se aleja vuelva, después de haber sido infiel, para que lo perdonen, pero lo que será más difícil es que su pareja se olvide.

El problema del que quiere terminar una relación no es la falta de afecto sino aceptar el cambio del vínculo después de algunos años. Es entonces cuando se buscan las antiguas emociones perdidas en otros, creyendo que nunca cambiarán. Sin embargo, con el tiempo, la mayoría vuelve a sumergirse en la misma desazón, porque el problema no es el otro sino uno mismo.

El diálogo ha sido y seguirá siendo la clave en una pareja, hablar de cómo se sienten, de qué les falta, pero sin olvidarse de todo lo que han construido juntos.

Cuando la rutina comienza a malograr un vínculo es señal de que hay que cambiar, cambiar de ambiente, cambiar de condición, crecer juntos e individualmente y renovarse.

Si no se puede dar vuelta atrás, entonces hay que enfrentar la situación y hablar, no hacerle perder el tiempo al otro mintiéndole amor, decir la verdad pero con la mayor consideración, sin necesidad de echarle toda la culpa, porque cuando una pareja se separa los dos tienen parte de la responsabilidad.

Como en todas las relaciones humanas, lo mejor será despedirse en buenos términos y lo peor será huir sin dar explicaciones, porque es necesario cerrar el círculo en forma limpia y honesta y sin necesidad de recurrir a falsedades, porque la verdad a la larga, siempre se impone y la mentira tiene patas cortas.

Una relación exige ser responsable o sea ser capaz de responder al compromiso que implica todo vínculo, actuando con el mayor respeto por el otro, para no hacerlo sufrir y evitar posibles consecuencias trágicas.

Malena