Trastorno de despersonalización


Las personas con este trastorno se sienten fuera de sí mismos y observan extrañadas, que sus pensamientos, su cuerpo y la realidad son irreales, difusos y desconocidos; tampoco tienen un yo con el que se puedan identificar.

Como este trastorno es difícil de diagnosticar, puede que el tratamiento sea inadecuado, y también puede confundirse con las características de una personalidad extravagante o bien con otros trastornos psicóticos, como la esquizofrenia.

Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría consideran que la despersonalización es clínicamente relevante.

Según estas instituciones, existen dos tipos de trastornos: el trastorno de despersonalización y el Trastorno de despersonalización-desrealización, que se incluyen dentro de la categoría “otros trastornos neuróticos”.

Para el diagnóstico del Trastorno de despersonalización-desrealización, se requiere cumplir con los siguientes criterios:
- Sentir que las sensaciones o experiencias no son propias
- Experimentar la realidad como irreal
- Tener conciencia de enfermedad o sea reconocer el cambio
- Tener conciencia plena y no presentar un estado tóxico confusional o de epilepsia.

Para el diagnóstico del Trastorno de despersonalización, los criterios son los siguientes:
- Experiencias de estar fuera de sí mismo observando los propios pensamientos y el cuerpo, como en un sueño.
- No haber perdido el sentido de la realidad durante estos episodios
- Malestar relevante por este estado que afecta el desenvolvimiento del individuo en todas las actividades importantes de su vida
- Estos episodios no tienen que estar relacionados con otros trastornos mentales, como la esquizofrenia, la ansiedad, el estrés agudo u otro trastorno disociativo; ni con drogas o fármacos, ni con la epilepsia.

La persona afectada puede reír o llorar pero se siente indiferente, pierde la percepción de su cuerpo, se siente embotada y como si estuviera funcionando como un robot.

En algún momento, la mayoría de las personas pueden vivir estas experiencias de despersonalización como consecuencia del agotamiento, el estrés, un cambio de entorno, el consumo de drogas, la ansiedad y el temor súbito; pero esta vivencia suele durar unos pocos segundos. Sin embargo, puede durar días, meses e incluso años y hasta hacerse crónico; exigiendo en esos casos tratamiento.

Este trastorno aparece alrededor de los 16 años, en forma abrupta, a veces ligadas al consumo de drogas, ataques de pánico o molestias físicas, manifestándose por igual en hombres y en mujeres.

Estos pacientes sufren un estado alterado de conciencia y la gravedad de su estado depende de la forma en que repercute en su vida diaria. Algunos pueden terminar una carrera universitaria o tener éxito en su vida profesional, pero otros no son capaces de enfrentar ningún desafío, se aíslan de la sociedad y tienen miedo de asumir responsabilidades.

Pueden tener la sensación de que la vida no tiene ningún significado y sienten culpa porque pueden estar casados o en pareja y actuar como si no les estuviera pasando nada.

Se pueden sentir insatisfechos aunque hayan tenido éxito en sus carreras pero sin la posibilidad de desplegar el resto de su potencial.

La indiferencia de los médicos frente a estos síntomas los hace sufrir y a esto se le agrega su miedo a perder el control y de enloquecer.

La mayoría de los afectados muestran además depresión y en menor proporción ansiedad, afecciones que generalmente aparecen como consecuencia de su sentimiento de despersonalización.

Una de las causas que parece desempeñar una función relevante en la manifestación de esta enfermedad es la relación con los padres. Casi todos los pacientes encuestados carecieron de un contacto emocional verdadero con sus progenitores en la infancia y no son capaces de expresar sus emociones.

El equipo de trabajo de Mauricio Sierra, del King´s College, comprobó que estas personas reprimen sus experiencias emocionales y las respuestas físicas que las acompañan, como llanto, tristeza, etc.

Además, este es un trastorno que se manifiesta en forma más frecuente en sociedades individualistas centroeuropeas, y desde el punto de vista psicoanalítico representa un mecanismo de defensa psíquico frente a los efectos estresantes de la realidad que no se pueden soportar.

Algunos profesionales instruyen a estos pacientes en la práctica de la meditación de la atención plena, que los ayuda a concentrarse en su cuerpo mediante la respiración. Esta práctica mejora la percepción corporal y emocional.

Malena

Fuente: “Mente y cerebro”; “Investigación y Ciencia”; “Alienados de sí mismos”; Marco Canterino, psicólogo y Matthias Michal, director médico; en la Clínica y Policlínica de Medicina Psicosomática de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz.