Los Miedos


Vivir es, ha sido y será siempre correr riesgos. Antiguamente el hombre tenía que luchar contra los elementos, el frío, del calor, las tormentas, los terremotos, las inundaciones; tenía que defenderse de las fieras salvajes o de otros grupos que invadían su territorio para arrebatarle su comida y su refugio; de las enfermedades, de los accidentes.

El hombre antiguo también tenía miedo, pero si algunos hombres primitivos no hubieran tenido coraje como para enfrentarse a esos miedos, la humanidad se hubiera extinguido.

En la actualidad, los seres humanos continúan corriendo riesgos y teniendo miedo pero por otras razones que sin embargo, no son tan diferentes.

Hoy en día también se puede ser víctima de una agresión física en cualquier parte, perder todo, la casa, el trabajo; la familia; sufrir un accidente o padecer una enfermedad grave; no poder alcanzar las propias metas para poder integrarse y participar en la sociedad, ser excluido socialmente o quedarse solo.

En el futuro vivir también seguirá siendo un riesgo para el hombre, que seguirá teniendo miedo a pesar de los indudables adelantos científicos y tecnológicos que nos esperan; porque los miedos son inevitables, miedos que en conjunto se reducen a un solo miedo mayúsculo, que es el miedo a la muerte.

Tal vez esto pueda cambiar cuando la humanidad sea más consciente y pueda desprenderse de la ilusión de vivir para siempre, acepte su mortalidad como parte de la vida y se entregue. Porque solamente cuando se tiene conciencia de que esta vida no tiene garantías, de que hoy puede ser nuestro último día sin importar la edad o condición que se tenga, se podrá cambiar de actitud, tener coraje para vivir y darle a las cosas de esta vida el justo valor que merecen.

En esta época en que la fe en la inmortalidad del alma se ha perdido, el hombre se siente desamparado y su vida pierde todo sentido; y esta condición es lo que lo hace vivir en estado de zozobra, temeroso de su entorno, de las circunstancias, de sus relaciones y de los avatares de la existencia.

¿Qué es lo que podemos hacer cuando tenemos miedos específicos de cualquier cosa que no nos dejan vivir, que nos quitan la libertad, las esperanzas, las posibilidades de crecer y de ver el horizonte?

La única cura real del miedo la brinda el coraje para hacerle frente, entregándose, rindiéndose, dejando de luchar contra él y reemplazándolo con la prudencia, que es lo único que se necesita para sobrevivir.

El miedo es una defensa natural contra el peligro, pero cuando la idea del peligro se generaliza a todos los ámbitos de la existencia, el miedo paraliza.

Esta sensación de estar expuestos a un peligro aumenta los niveles de estrés y produce ansiedad, pánico y fobias; y más que las experiencias propias son las experiencias ajenas las que enseñan a tener miedo, porque éstas provocan la identificación con las víctimas.

Toda fobia que no se puede controlar y que perturba el curso de la vida debe ser tratada con psicoterapia y si es necesario puede requerir asistencia psiquiátrica para la administración de psicofármacos.

Pero lo importante, es que se trata de un trastorno que se puede revertir en breve tiempo con el tratamiento adecuado.

Malena