El Compromiso


El ser humano es la única criatura en este mundo que es libre de elegir porque puede trascender sus instintos; mientras los animales viven atrapados en un mundo cerrado en el que sólo pueden reaccionar a los estímulos.

El hombre, como especie, como bien dice Sartre, cada momento de su vida tiene que inventarse como persona y decidir qué quiere hacer de sí mismo. Por lo tanto, su vida es su total responsabilidad, que es mucho más importante que cualquier otra, porque con sus decisiones está permitiendo que los demás hagan lo mismo. Por ejemplo, si es ladrón, está permitiendo con su conducta que todos los demás lo sean.

Si todos los seres humanos tuvieran plena conciencia de esta realidad que más que moral es lógica, nadie criticaría a nadie, porque el que se atreve a criticar y juzgar, si fuera más honesto con él mismo, podría darse cuenta que en las mismas circunstancias sería capaz de hacer lo mismo.

De modo, que la libertad del hombre lo obliga cada segundo de su vida, a ser un ejemplo, como si todos los demás lo estuvieran observando.

Sin embargo, qué lejos estamos de aceptar la responsabilidad y el compromiso que representa el libre albedrío.

Un hombre y una mujer aceptan con plena convicción amarse mientras vivan y hasta son capaces de jurarlo ante un altar o ante autoridades competentes; porque ambos afirman quererse y expresan su voluntad de estar juntos para siempre.

Son seres libres que toman una decisión que los compromete y lo lógico sería que fueran capaces de hacerse cargo de la responsabilidad que eso significa.

No obstante, en poco tiempo, alguno de los dos o ambos, cambian de parecer y comienzan a sentir que se están perdiendo algo, que ya no disfrutan como antes de la relación y que la única salida a esta situación es cambiar de pareja, porque suponen que con otra persona lograrán una felicidad duradera.

Se convencen de haber cometido un error, con la escusa de que como humanos tienen derecho a equivocarse, por lo tanto se olvidan rápidamente de su juramento y comienzan una nueva relación, tapando su sentimiento de culpa y con la esperanza de que la próxima vez será diferente.

Los errores existen y se pueden admitir, pero cada error que cometemos es una deuda pendiente que exige pagar las consecuencias, para evitar el conflicto, para despejar el nuevo camino, para que no queden sentimientos heridos ni rencores eternos, para llegar a un acuerdo negociando lo que hay que negociar menos los hijos.

Los hijos a veces se usan como espías o como intermediarios, otras veces se convierten en rehenes sujetos a los caprichos de los cónyuges, que han perdido toda su generosidad y la memoria de los momentos felices y que sólo les queda la hostilidad o el odio hacia quien ahora se ha convertido en un obstáculo.

Pero, la falta de responsabilidad y de compromiso no se relaciona con la pareja, la pareja siempre es una escusa, porque el problema siempre es uno mismo.

¿Qué implica el compromiso de amar a una pareja para siempre? Significa estar dispuesto a aceptarla como es y también aceptar los cambios inevitables de esa persona y de esa relación a través del tiempo.

La capacidad de cumplir un compromiso a largo plazo, de guardar fidelidad, de amar, de cuidar al otro toda la vida, es posible, de hecho muchos lo logran; aún en circunstancias muy adversas; porque es una elección de vida.

Los sentimientos los construyen las acciones no las palabras. Por eso, para poder confiar en alguien, es importante observar cómo se comporta más que creer en lo que dice; ya que somos nada más que nuestros actos.

El compromiso es una actitud, una forma de actuar y de pensar que respaldan las decisiones, libera de conflictos y permite lograr la paz interior, que es el bien mayor.

Cuando es el dinero el que está en juego y la falta de compromiso hace que se olviden las deudas, se proyecta en el acreedor la culpa viéndolo como un enemigo, para poder sentirse mejor consigo mismo.

Las acciones son las que van construyendo nuestro ser esencial a medida que existimos, pero nunca podrán definirnos mientras vivimos; solo cuando hayamos dejado de existir los demás podrán decir quién hemos sido.

Malena

Fuente: “El existencialismo es un humanismo”; Jean Paul Sartre.