La Capacidad de Disfrutar


A medida que la vida se torna más previsible, fácil y cómoda, los seres humanos tienen mayores dificultades para disfrutarla. Es como si estuviéramos condicionados a los desafíos y no pudiéramos sentarnos a mirar una puesta de sol sin hacer nada, sin sentir angustia.

Cada persona tiene su propia fórmula para disfrutar, porque todos somos diferentes, tenemos diferentes motivaciones, objetivos y gustos distintos.

Sin embargo, el punto en común que todos tenemos es que queremos disfrutar al máximo la vida, sin tener en cuenta que lo que tenemos que celebrar es la oportunidad de estar vivos.

Porque la muerte, esa sombra que se empeña en limitar nuestro destino, es lo que le da sentido a la vida; ya que ahora mismo podríamos estar muertos y en cambio aún estamos vivos para disfrutar de lo único real que existe, que es el presente.

Algunos están convencidos que disfrutar significa huir de sí mismos y alienarse en los entretenimientos y las diversiones, evadiendo todos los interrogantes existenciales; otros buscan estar siempre en compañía para evitar estar consigo mismos, otros se dedican de lleno a un trabajo que les gusta y que les sirve para mantener a su familia; otros investigan para salvar a la humanidad de algún flagelo, otros curan enfermos y otros arriesgan su vida porque la adrenalina los hace sentir vivos.

Lo malo de todos estos escapismos es que son pocos los que disfrutan cada momento de su vida, porque ésta suele pasar a su lado mientras ellos están haciendo otra cosa.

El problema actual es la ilusión que tiene la gente de que puede controlar todo, entonces, cuando tiene algo para disfrutar, no puede hacerlo porque está preocupado por otra.

Estar haciendo con gusto lo que uno cree que sabe hacer mejor que cualquier otro, es sin duda el momento más intenso del día, el que nos deja la sensación de estar cumpliendo nuestra misión en la vida. Por eso es tan importante el autoconocimiento, porque no se trata de ser productivo, ya que eso se da por añadidura, sino de crear y realizar lo que es solamente de uno.

Tal vez podemos hacer o decir lo que ya ha dicho o hecho otro, pero el resultado será distinto.

La vida que vale la pena vivir es la que tiene sentido; y ese sentido se lo damos nosotros, porque solamente el que tiene algo por qué vivir puede disfrutarla, sin pensar que se está perdiendo algo.

Pero el sentido de la vida puede ir aún más allá de uno mismo cuando se llega a comprender que además tiene que existir un sentido más amplio, que nada termina ni desaparece para siempre, y que tal vez nuestro destino sea el eterno retorno.

Para poder disfrutar de la vida comencemos por agradecer estar vivos este día, como si fuera el último y tomemos conciencia de todo lo que tenemos que agradecer en esta vida; tratemos de percibir los sucesos con otros ojos, y recuperemos la capacidad de asombro para poder llegar a captar el sentido de la vida más profundo.



Malena