La Sabiduría de la Incertidumbre


La incertidumbre sobre el futuro nos plantea la exigencia de enfrentar todos los días cosas nuevas.

Es inútil recurrir al pasado para resolver problemas presentes porque los acontecimientos que ocurren no son siempre iguales.

Frente a la incertidumbre podemos actuar de dos maneras: aceptándola o resistiéndola.

Aceptar los hechos es lo más saludable porque disminuye las tensiones permitiendo que ocurra lo que tiene que ocurrir sin intentar evitarlo, haciendo solamente lo que creemos necesario en ese momento, entregados a la providencia. Pero la resistencia deja mucha frustración y nos mantiene aferrados a falsas expectativas.

El psiquiatra David Viscott, en su libro “Emotionally Free” (Emocionalmente libres); afirma que las deudas emocionales se relacionan con el envejecimiento.

Acumular sentimientos nos produce un estado de pesar que nos vuelve pesimistas aún siendo jóvenes y nos ata al pasado con la esperanza de recuperar los afectos y las oportunidades perdidas.

Las deudas emocionales van creciendo con los años y al envejecer impiden enfrentar adecuadamente las situaciones del presente.

Aunque el futuro es incierto el pasado es inmodificable y resulta ineficaz para resolver cualquier situación nueva; por otro lado, lo hecho, hecho está, y jamás se podrá perfeccionar.

El cuerpo físico tiene la capacidad de actuar en forma correcta frente a cualquier imprevisto que afecte su equilibrio; esta es la sabiduría de la incertidumbre.

Pero a la mente le cuesta más aceptar los cambios por el miedo a la pérdida y a la muerte que hace que el cuerpo sufra estrés.

Los que no se resisten a los cambios se exaltan, pero los que se resisten sufren de terror.

La necesidad de control aparece frente al miedo de la posible amenaza que puede acecharnos.

La seguridad y la confianza en uno mismo es lo que permite enfrentar la incertidumbre en forma saludable, sin resistirse y aceptando los hechos; porque lo que más tortura a la gente frente a una situación límite es no saber qué hacer, sentir la impotencia de no tener el control.

La deuda emocional es la que acumula todos los hechos que supuestamente debíamos haber realizado en otra etapa de la vida, otra edad y en circunstancias diferentes, según el criterio actual.

Las personas que manejan la incertidumbre practicando un control poco saludable son rígidas y soberbias, carecen de la suficiente humildad y flexibilidad como para aceptar cosas que no pueden controlar.

Se comportan como diques de contención y no dejan circular ni fluir la vida pagando por esta actitud un costo emocional muy alto.

Todo acontecimiento no deseado tiene una doble lectura, por un lado puede ser un hecho terrible pero por otro puede ser una liberación y el problema principal es no poder ver nada más que una sola perspectiva de los hechos.

Por otro lado, frente a una situación conflictiva cada uno tiene una interpretación diferente, ya que nadie es dueño de la verdad y aferrarse a las propias ideas puede ser señal de miopía emocional.

En momentos difíciles es conveniente ampliar la perspectiva y concentrarse en las sensaciones del cuerpo que ayuda a ver las cosas de una manera diferente.

Muchas veces, la mejor respuesta a una situación dada es simplemente dejarse llevar y no hacer nada.

Malena

Fuente: “Cuerpos sin edad mentes sin tiempo”; Deepak Chopra.