¿Depresión o tristeza normal?


La tristeza es un estado emocional natural producido por una circunstancia de la vida, como una pérdida, un duelo, una frustración, una ausencia o por cualquier otra razón, y ésta será más o menos profunda según el modo de vivir las experiencias que tenga cada uno.

La tristeza se convierte en depresión cuando se prolonga más de lo normal en el tiempo y la persona no puede retomar su modo de vida habitual, lo que puede producir insomnio o exceso de sueño, deterioro de las relaciones y del rendimiento laboral, aislamiento, abandono de los hábitos higiénicos, pérdida de la memoria, ideas de suicidio o adicciones a los medicamentos, para dormir, para despertarse, etc.

Los seres humanos estamos diseñados para poder superar cualquier situación, por más difícil que sea, sin embargo, a veces, algunas personas pueden sufrir depresión después de un acontecimiento desfavorable, casi siempre debido a cierta predisposición que puede ser orgánica, o bien debido a una circunstancia adversa anterior que no ha sido elaborada del todo, permaneciendo latente en la psiquis y activándose ante cualquier otra experiencia negativa.

Todos estamos expuestos al dolor y si nos negamos a enfrentar el dolor tampoco podremos sentir alegría en su momento y viviremos como adormecidos de sentimientos.

Tenemos derecho a sentir tristeza y dolor cuando nos ocurren hechos tristes y a mejorarnos una vez superado el impacto emocional que provocan y si evitamos sentirnos afectados, será más difícil superar cualquier trance doloroso.

Existen distintos tipos de depresión según la clasificación de la medicina tradicional, que distingue diferentes formas de manifestación, como Distimia, Depresión reactiva, Trastorno Maníaco Depresivo o Bipolaridad, y otros.

Todos estos trastornos tienen en común un estado de tristeza profundo que no cambia y que afecta todos los niveles de la personalidad y de la vida de una persona.

El tratamiento ideal para estas personas es combinar los recursos de la medicina tradicional, con la administraciónlos psicofármacos, que pueden ser antidepresivos y a veces también ansiolíticos; con buenos resultados después de algunas semanas de suministrados, y además apoyo psicoterapéutico,

Los psicofármacos actúan sobre los síntomas, reforzando la capacidad de tolerancia y mejorando el estado de ánimo, pero pueden afectar otras áreas de la personalidad, como la concentración, el rendimiento laboral, la sexualidad, etc; y la psicoterapia profundiza sobre las causas y las características de la personalidad del paciente intentando reforzar los mecanismos de defensa necesarios para aceptar las circunstancias y ayudar a ampliar la perspectiva.

En la actualidad, algunas personas no están dispuestas a soportar una reacción de tristeza normal frente a una circunstancia que la justifique y suelen recurrir a los facultativos para que les recete algún medicamento para no sufrir, pero anular esta forma de reaccionar del cuerpo y de la mente no significa erradicarla definitivamente del sistema sino postergarla, lo que significa una amenaza en el futuro y una dependencia a las drogas para evitarla.

Es importante que un psiquiatra conozca bien al paciente y comprenda qué es lo que le pasa, su circunstancia vital, para poder hacer un buen diagnóstico diferencial, para poder reconocer con exactitud cuál es el trastorno anímico que aqueja a su paciente, si se trata de ser una tristeza normal o de una patología.

Malena