Por qué interesan los chismes


Los rumores sobre la vida íntima de la gente son secretos a voces que apasionan al público en forma masiva, tanto a hombres como a mujeres. Tanto es así que los programas periodísticos no priorizan las noticias, sino los chismes de la farándula.

Ni hablar si se produce algún drama trágico, porque se transmite el suceso en cadena todo el día o varios días según lo sangriento que haya sido el hecho.

Aparentemente esos días no sucede otra cosa en una ciudad de millones de habitantes ni tampoco en el mundo, porque el rating ordena que sigan con los hechos macabros hasta agotar la última gota de sangre.

Antiguamente los chismes eran cosa de mujeres aburridas que trataban de llenar sus vidas con lo que les sucedía a los demás y también para tener algún tema de qué hablar ya que las inquietudes intelectuales ocupaban un segundo lugar.

Más que antes, en estos tiempos, son un tema obligado y si uno no está enterado ha perdido la onda, pasó a ser un sapo de otro pozo que se atreve a no conocer a nadie del "ambiente", ni sus intimidades.

En esta vertiginosa época en que ambos sexos están más ocupados, que casi no les queda tiempo para tener vida propia, en lugar de llenar ese pequeño espacio que les queda para sí mismos con algo constructivo, se entretienen con la difusión de chismes, que se han multiplicado en progresión geométrica, dedicándoles los momentos que tienen disponibles, a eso.

¿Qué pasa con la gente? ¿Por qué les interesa tanto todo lo malo que les ocurre a otros y todas las fechorías que cometen? Porque es obvio que nadie da noticias buenas, porque no venden, y porque el interés del público es el drama, no la comedia rosa; y si es de terror, mejor.

Creo que a través de las desgracias ajenas la gente hace catarsis de sus propios rollos, se identifican con las víctimas y con los agresores porque quien más quien menos, la gran mayoría lo único que hace con sus relaciones es sabotearlas, y vivirlas como una condena.

Casi todos guardan en su corazón resentimientos y rencores, ganas ocultas de dar un portazo y marcharse a otro lado, seguramente para recrear la misma situación porque es cierto que todos estamos condicionados a hacer siempre lo mismo e inclusive elegir siempre al mismo tipo de pareja, fijados a nuestras experiencias de la infancia.

Pero lo malo es que no solamente en el fondo querrían dejar hogar e hijos sino que también quieren quedarse, porque dudan, temen equivocarse, les da no se qué, prurito, cierta nostalgia que parece sensiblera pero que casi siempre suele ser el sentimiento íntimo más auténtico que tienen, los propios valores, que son los que no les permiten tomar la decisión definitiva, y dejarle su espacio a otra u otro.

“Donde hubo fuego cenizas quedan”; qué sabiduría encierra esta frase, porque cuando una relación termina lo único que podrán recordar es lo bueno, aunque haya sido poco o casi nada, por alguna desconocida razón, o porque sencillamente es imposible mantener una relación a largo plazo y que de pronto no quede nada de ella y desaparezca por completo.

Cuanto más vacía de contenido genuino sea una vida más interés tendrá la persona en los chismes, para tener la oportunidad de vivir varias vidas, no la propia, sino la de otros, o sea, todo aquello que la imaginación truculenta de algún resentido con imaginación se le ocurra, sin correr ningún riesgo.

Malena