Un policía hiere gravemente a un motociclista


Hoy las noticias revelan un nuevo hecho luctuoso que nos llevan a reflexionar sobre el caótico tránsito de las grandes ciudades y sus trágicas consecuencias.

Mientras circulaba con su moto, un joven de 28 años, con cuatro hijos, que circulaba por la Avenida Hipólito Irigoyen, a la altura de la localidad de Lanús, con un acompañante a bordo, rozó el auto particular de un policía.

Aunque existen algunas discrepancias en cuanto a cómo se produjeron los hechos, se puede rescatar, que el conductor de la motocicleta continuó su marcha hasta un semáforo donde ambos se detuvieron y donde el policía se bajó de su vehículo.

Eran las seis de la mañana y en esa zona del sur de los alrededores bonaerenses, a la hora de la salida de los boliches, circulaban muchas personas, algunas de las cuales fueron testigos del hecho.

No se sabe por qué razón el policía extrajo su arma, y se produjo un disparo aparentemente accidental que hirió gravemente en la cabeza al conductor de la moto. El tiro dio en su ojo con orificio de salida en la nuca, lo que le provocó una herida gravísima de pronóstico reservado.

Al margen de lo sucedido y sin entrar a especular o juzgar sobre la responsabilidad de cada uno, si se reflexiona sobre este hecho, creo que la mayoría estará de acuerdo en pensar que esta fue una tragedia que se podría haber evitado.

Si tanto la víctima como el policía hubieran tenido una reacción diferente frente a los hechos, el incidente entre el auto y la moto seguramente no hubiera trascendido; y para los que lo protagonizaron hubiera sido una experiencia más en sus vidas que pronto habrían olvidado.

Sin embargo, es probable que una reacción inapropiada de alguno de los dos, haya sido la que desencadenó la tragedia.

Estos hechos nos hacen reflexionar sobre las diferencias en la forma de reaccionar de la gente en las mismas circunstancias; en la importancia y el valor que le dan a las cosas, y hasta dónde son capaces de llegar para defender sus puntos de vistas y sus pertenencias.

Todo el que circula por una gran ciudad está expuesto a sufrir un accidente de tránsito, ya que son muchos los que no respetan las leyes, los que se atreven a manejar incluso habiendo bebido unas copas, o los que no tienen sus vehículos en condiciones para circular, pero en este caso puntual, no está muy claro por qué el policía tuvo necesidad de sacar el arma, arriesgándose a que se disparara, según él involuntariamente y le diera en la cabeza a la víctima.

Ahora es la justicia la que está a cargo y es de esperar que se aclaren los hechos, se pueda probar si ha habido abuso de autoridad, si fue un accidente o si la víctima actuó en forma sospechosa y fue la que provocó el trágico desenlace.


Malena