El Placer no es Alegría



El Papa Francisco nos dice “La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría”.

Con su acostumbrada lucidez, el Papa nos señala el error que comete la humanidad en pensar que el hedonismo es sinónimo de alegría o plenitud.

Por el contrario, una vida hedonista dedicada a los placeres externos lleva inevitablemente a la depresión y a perder el sentido de la vida, mientras que la alegría es la auténtica felicidad que viene del interior.

Según Osho, la alegría forma parte de la naturaleza humana y es a través de ella que podemos entender nuestro verdadero valor como personas y nuestro lugar en el mundo.

La alegría se siente cuando aceptamos dejarnos llevar por la existencia sin condiciones ni exigencias, agradeciendo estar vivo y valorando las oportunidades que nos brinda la vida.

Sentimos alegría cuando priorizamos nuestra individualidad y somos nosotros mismos.

La Santidad por ejemplo, es crear alegría y ayudar a ser felices a otros.

La alegría se da espontáneamente cuando estamos alineamos armoniosamente con el mundo, cuando amamos nuestro trabajo, nuestro estilo de vida y todo lo que hacemos.

En los momentos difíciles, es importante detenerse y reflexionar sobre si hay o no alegría en nuestras vidas, revisando lo que hacemos y siendo capaces de ver si estamos desperdiciando nuestro talento haciendo otras cosas menos lo que realmente es para nosotros.

Pero la mayoría prefiere no arriesgarse y seguir aferrada a una vida opaca, amargados, haciendo lo que hacen todos, como una máquina, y manifestando invariablemente el consecuente malhumor y descontento.

La alegría tiene que ocupar el primer lugar en la vida, sin embargo ocupa el último porque es más fácil ocultarse detrás de una máscara tratando de ser otro que ser uno mismo.

La alegría surge cuando se es espontáneo; porque es en esos momentos cuando la vida comienza a tener sentido y se puede vislumbrar la posibilidad de un cambio, de empezar de nuevo, de estar atento y no distraído.

La alegría no se relaciona con el éxito, el dinero, el poder o el prestigio; porque es estar plenamente consciente de uno mismo.

El placer es la felicidad para todos los que están adormecidos y tratan de alcanzarla por medio del cuerpo; pero el cuerpo proporciona solamente placeres transitorios que luego se transforman en dolor en la misma proporción, porque vivimos en un mundo de opuestos.

Los placeres del cuerpo van acompañados de miedo a perderlos y ese miedo impide disfrutar plenamente de ellos.

El placer de los sentidos no es placer, sólo es un alivio de las tensiones.  El que transita por la vida dormido e inconsciente se lo pasa cambiando de un placer a otro, de una sensación a otra, de una emoción a otra, llevando una existencia superficial sin calidad alguna.

La alegría no es un alivio es sentirse enriquecido y pleno, es sentirse desbordado y fundido con el mundo.  Es un estado de absoluta satisfacción en el aquí y ahora,  es la libertad y lo es todo y no depende de cosas externas ni de otro.

Nos hartamos de las cosas porque el placer consiste en descubrir todos los días algo nuevo y perdemos la libertad en esa búsqueda infructuosa de placeres insaciables que lleva a la mayoría a competir por las mismas cosas,  a la violencia y a la guerra.

De esa manera es como una vida, que podría ser feliz y llena de alegría, se transforma en permanente descontento y en una constante lucha estéril.

Malena
Fuente:  Palabras del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el Papa Francisco y “Alegría, la felicidad que surge del interior” de Osho.