Autoconocimiento


La gran mayoría de la gente no se conoce, posee una imagen distorsionada de la realidad y tampoco sabe hacia dónde va.

Son muchos los que jamás se detienen a pensar en sí mismos porque todo su interés y energía están concentrados en lo externo, en el mundo de los objetos y en lo que hacen, dicen y piensan los demás.

La auto reflexión significa aprender a observar las propias actitudes y acciones, apreciar cómo es nuestra personalidad, cómo nos relacionamos con los otros, reconocer cuáles son nuestras habilidades y también nuestros defectos y debilidades y llegar a saber si somos capaces de comprender a los demás.

La auto observación permite que la persona se pueda ver desde afuera para poder  reconocer todo lo positivo de su personalidad y de sus acciones, lo que afianzará su confianza en sí mismo, su seguridad y su autoestima; y por otro lado lograr registrar sus falencias y debilidades lo que le brindará la oportunidad de mejorarlas.

Nadie es perfecto y todos cometemos errores, pero es cierto que si cada uno analiza su conducta en forma global a lo largo del tiempo, se podrá dar  cuenta de que detrás de su comportamiento habitual mantiene siempre la misma actitud; que en su personalidad predominan los buenos sentimientos, el deseo de superación, la voluntad y la capacidad  de controlar sus impulsos y de proponerse metas y cumplirlas; o si en vez de eso refleja que se deja llevar por las pasiones, que es vengativo, celoso, dependiente, egoísta,  inestable e incapaz  de postergar sus deseos inmediatos.

Siempre estamos a tiempo de cambiar, pero cambiar es tanto o más difícil que curarse de una enfermedad terminal; porque exige dedicación, esfuerzo, voluntad férrea y el deseo de cambiar.

Tenemos distintos tipos de inteligencia, como por ejemplo la inteligencia intelectual, la inteligencia práctica o la inteligencia emocional; pero no son muchos los que tienen inteligencia para vivir.

Conocemos a grandes personajes de la historia, el arte y la música que se destacaron en su disciplina y sus nombres lograron trascender su época,  pero muchos de ellos no supieron vivir, murieron jóvenes y no pudieron ser felices.

La educación y la cultura es la mejor base para aprender a vivir, también sirve escuchar, observar y tener en cuenta las experiencias ajenas y las propias para no cometer dos veces el mismo error.

Destacarse en el mundo no es fácil y tampoco es garantía de felicidad ya que para llegar a ser reconocido socialmente a veces hay que pagar un precio muy alto. En cambio, aceptar el fracaso nos enseña a vivir y nos fortalece interiormente.

El éxito visto desde afuera puede ser subyugante porque sólo vemos las imágenes externas de los que llegan a la cima, su apariencia, su opulencia, pero no podemos ver todas las barreras que tuvieron que franquear ni tampoco saber bien cómo se sienten.

Uno de los secretos de la felicidad es estar conforme con uno mismo, aprender a vivir día a día libremente  haciendo lo que nos gusta,  saboreando cada cosa que hacemos sin preocuparnos tanto por los resultados  y siendo compasivo y tolerante con los demás.

Malena

Fuente: “Una teoría de la felicidad”; Enrique Rojas