El alcohol y la agresividad



El consumo de alcohol inhibe la corteza pre frontal, región del cerebro que se relaciona con el control de los actos.

Los bebedores que suelen cometer actos de violencia cuando están alcoholizados, tienen alterados algunos neurotransmisores cerebrales, presentando esencialmente un déficit de serotonina.

Según la OMS (Organización Mundial de la salud), el alcohol es la principal sustancia que provoca agresividad.

Existen estudios epidemiológicos que muestran que cerca del cincuenta por ciento de los delitos por agresión y violencia sexual o doméstica, se producen debido a la influencia del alcohol.

Una investigación realizada por psicólogos de la Escuela de Medicina de Harvard, mostró que los alcohólicos que no consumieron alcohol durante un año también fueron menos violentos ese año con sus parejas.

El efecto que produce el alcohol en el cerebro es el mismo que las alteraciones de conducta que sufren personas que sufren lesiones en el lóbulo frontal debido a un accidente, los cuales no pueden controlar sus actos, tienen problemas de atención y procesan la información en forma más lenta e inexacta.

Los genes y el estrés, a veces producido por el aislamiento, participan tanto en la dependencia al alcohol como en la conducta agresiva al alcoholizarse.

Existen indicios de que existiría una relación entre el miedo y el consumo de alcohol, por ejemplo, personas que tienden a interpretar como peligrosas ciertas situaciones sociales que los hacen sentirse amenazados.

Los resultados de las investigaciones permiten considerar que un aumento de la serotonina ayuda a los alcohólicos y a los que tienen la tendencia de volverse violentos.

En 2011, un estudio realizado en los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, dirigindos por David George, dentro de un marco teórico conductista,  donde participó un grupo de alcohólicos agresivos, durante doce semanas, investigó los efectos del antidepresivo Fluoxetin, que es una sustancia que disminuye la reabsorción de serotonina.

Después del tratamiento, los participantes dieron muestras evidentes de un mayor grado de sociabilidad  y de una conducta menos agresiva en el hogar.

Se puede inferir que es posible que manteniendo los niveles de serotonina lo suficientemente altos se pueda impedir que el miedo y la inseguridad no se transformen en violencia.

Malena
Fuente: “Mente y Cerebro”; No.61/2013; “Tragos de agresividad”; Anne Beck, doctora en psicología y Andreas Heinz, profesor de psiquiatría.