Mujeres que hablan demasiado


Las mujeres, tienen el don de la palabra más desarrollado que los hombres y eso está demostrado. Aprenden a hablar primero y son habladoras incansables desde muy chicas. Son capaces de hablar y hablar sin parar sin decir nada sustancial, sólo por el hecho de usar su lengua.

La lengua puede ser un arma poderosa en bocas irresponsables; porque puede destruir hogares, reputaciones y familias enteras; provocar suicidios, guerras y asesinatos; ser motivo de divorcios, discusiones y peleas; producir enemistades irreconciliables, venganzas sangrientas y odios que se heredan.

Cuánto mejor estaría el mundo si la gente dijera nada más que lo necesario, porque las palabras no se las lleva el viento y siempre tienen un destinatario dispuesto a darle crédito.

El hombre se impuso por la fuerza, porque es más grande, pero la mujer puede convencer al hombre de hacer lo que ella quiera, con la palabra

Las mujeres pueden ser muy insistentes hasta que las escuchan pero si lo que dicen no se traduce en hechos corre el peligro que sus palabras lleguen a oídos sordos.

Recién cuando llega la madurez una mujer se puede dar cuenta que sólo tiene que decir lo necesario, que puede ser muy elocuente sin decir nada y muy complicada de entender hablando.

Si ellas pensaran antes de hablar sería una conquista invalorable, porque es cierto que uno llega a ser esclavo de sus palabras.

Hay hombres habladores por excelencia pero son la excepción de la regla. Generalmente se dedican a vender cosas o a la política, que es una forma de venderse a sí mismos.

¿Para qué las mujeres hablan tanto? ¿Por qué se empeñan en pedir explicaciones a los hombres? ¿Por qué analizan todo lo que ellos les dicen para encontrarle significados ocultos? ¿Cómo pretenden que ellos les hablen cuando llegan del trabajo o cuando están viendo un partido de fútbol de su equipo favorito? ¿Por qué se preguntan qué habrá querido decir cuando ellos por fin les dicen algo?

Los animales no tienen lenguaje simbólico, pero se comunican y son capaces de demostrarnos sus sentimientos; y se puede comprobar que hasta los peces de una pecera no son indiferentes.

La palabra pierde significado cuando es reiterativa , pero pocas veces cae en saco roto, porque suele grabarse en la memoria de los otros y dejar una huella indeleble que se activa en el momento justo, generalmente cuando el que la dijo ya se ha olvidado.

Dicen que en el silencio está Dios, no en las palabras aunque sean sinceras, porque no siempre parecen alcanzar para expresar lo que uno siente.

Si antes de hablar reflexionáramos, cuántas cosas inútiles no diríamos, cuántas discusiones evitaríamos, cuántas relaciones salvaríamos.

Por eso, antes de hablar pensar, no perder el tiempo en pretender aclarar situaciones con palabras, dejemos que los hechos hablen por sí mismos, porque son los hechos no las palabras los que valen.

No olvidar que el que habla se empobrece mientras que el que escucha se enriquece.

Malena