Mujeres que piensan demasiado



Susan Nolen-Hoeksema, profesora de Psicología de la Universidad de Yale, en USA, ha estudiado científicamente el hábito que tienen algunas mujeres de pensar demasiado (el over thinking), y escribió varios libros sobre este tema.

Describe este fenómeno como el mecanismo de engancharse con un problema y no poder dejar de pensar en él elaborando toda clase de proyecciones e imaginando una cadena de posibles resultados de sus acciones, no necesariamente para tratar de hallarle solución, más bien para recriminarse por sus decisiones.

La víctima de esta forma de pensamiento compulsivo se transforma así en la autora de una película fantástica de terror, que se desarrolla solamente en su cabeza, con la irrefrenable intención de examinar y analizar hechos y situaciones que no la dejaron satisfecha y que se transforman en un motivo de preocupación constante que le estimula el deseo negativo de anticipar catástrofes.

Los pensamientos negativos obligan a ver un solo lado de la realidad e impiden ver la totalidad, llevando peligrosamente a una persona a presagiar futuros desastres que cree imposibles de evitar, con el destructivo propósito de reprocharse conductas y actitudes que ya no puede cambiar.

Sucede que cuando se piensa mucho sobre un determinado problema éste se agranda hasta llegar a adquirir dimensiones gigantescas sin justificación alguna, ocupando toda la mente y malogrando el estado de ánimo.

Es una forma de pensamiento circular sin salida que parece deleitarse con el sufrimiento y que no tiene ninguna utilidad práctica ya que lo que está hecho, hecho está y no se puede volver atrás.

Diferente de la reflexión, que es absolutamente necesaria antes de actuar, el pensamiento “a posteriori” aunque puede servir como conocimiento para decisiones futuras; no es productivo y puede hacernos perder de vista los objetivos.

Básicamente, el problema de estas personas que se sienten atrapadas por sus pensamientos en espiral, es la toma de decisión, su falta de confianza en ellas mismas y su tendencia a depender de las opiniones de los demás.

Una forma de distraer el pensamiento de esas ideas obsesivas es realizar alguna actividad placentera que obligue a concentrar toda la atención. De esta manera se puede tomar distancia de las preocupaciones para poder verlas desde una perspectiva más amplia; aunque lo más importante seas darse cuenta de que se está transitando por esa clase de pensamientos compulsivos para poder salir de ese círculo vicioso a tiempo. También ayudan el ejercicio físico, la relajación, la meditación y la práctica de cualquier forma de actividad artística.

Cuando el pensar demasiado llega a bloquear la acción hasta el punto de inhabilitar a un individuo para tomar una decisión, la intervención terapéutica se hace necesaria.

Malena
Fuente: “Mujeres que piensan demasiado”; Susan Nolen-Hoeksema.