Situaciones límites


No hay nada mejor que una encrucijada o una crisis para poder medir nuestra fortaleza, evaluar nuestra capacidad de resolver problemas y conocernos más a nosotros mismos.

Sólo las personas que están al borde de un aparente abismo son capaces de hacer los actos más heroicos y hasta incluso poner en duda sus propias convicciones y cambiar radicalmente.

Crisis significa ruptura, quiebre, cambio de dirección, la oportunidad de ser distinto y enriquecerse en ese proceso.

Todos tenemos una poderosa fuerza interior para mantenernos serenos y equilibrados ante la adversidad, pero ésta solamente se pone en funcionamiento si decidimos tener confianza en nosotros mismos; porque la actitud frente a la vida es lo que hace la diferencia.

Solamente pueden sufrir caídas y encontrar obstáculos en el camino los que avanzan y se dan cuenta que cada frustración es la que les señala un cambio de rumbo.

No hay crecimiento sin desafíos ni retos y no existen vidas sin problemas, además nadie está seguro de nada porque la vida es incertidumbre y aprender a vivir en la incertidumbre es la que permite enfrentar las situaciones límite con mayores recursos, ser más flexibles con los objetivos y adaptarse mejor a las circunstancias.

Las expectativas son las que nos esclavizan pero la entrega incondicional es la que nos libera; y la serenidad es la mejor consejera porque de nada sirve rebelarse contra lo inevitable o hundirse en la desesperación.

Cuando hay que enfrentar un problema grave, la situación puede malograr el estado de ánimo pero la personalidad nunca tiene que resultar afectada, porque de esa manera se evitará arrastrar una carga emocional que puede comprometer el futuro.

Esta capacidad de adaptación a los avatares de la existencia algunos la llaman resiliencia; la teoría psicoanalítica la considera fortaleza yoica y otras perspectivas afirman que se trata de una cualidad del carácter que forja la educación, las identificaciones con personas significativas fuertes y la voluntad.


Cuando una persona se aferra al pasado, tiende a convencerse que ya no le queda nada positivo por vivir, pero la vida está llena de sorpresas y de nuevos desafíos y existen quienes recién tienen la oportunidad de cumplir sus propósitos en la vejez, la etapa de la vida que para Carl Gustav Jung, es el momento para uno mismo en el que se puede producir el proceso de individuación, o sea alcanzar el autoconocimiento, que es la verdadera experiencia de realización humana.

Malena