El Exorcismo


Según la definición del Diccionario, el exorcismo es el conjuro ordenado por la Iglesia contra el espíritu maligno; y el exorcista es la persona que tiene la potestad eclesiástica para exorcisar.

El exorcismo es el acto que realizan algunos sacerdotes, tal como lo hacía Cristo, que desafía el poder de los espíritus infernales; y ese enfrentamiento de las dos fuerzas más antiguas del Universo, puede superar los límites humanos.

La posesión es una enfermedad física, mental y espiritual, ya que puede alterar todos los niveles existenciales; y se produce debido a una voluntaria obsesión por el mal; que está personificada por una entidad diabólica.

El poseído, de alguna manera, lo convoca, pensando en él, atrayéndolo con su constante negatividad; a veces para obtener algún beneficio o poder y otras por una tendencia hacia el instinto de muerte. Sólo en escasas ocasiones un poseso puede ser víctima de un embrujo o influencia negativa externa; y en ambos casos la tendencia de quien es sometido por el maligno es dejarse influenciar.

Las fuerzas del mal sólo se ocupan de hacer el mal, no tienen predilección por alguien en particular para hacerle un daño personal, porque su intención es ocuparse del poseído en un determinado momento aprovechando esa oportunidad, pero su odio se extiende en forma permanente, a toda la humanidad.

Lo maligno también puede aparecer en los sueños recurrentes, cuando el alma está propensa a dejarse vencer por el mal.

Durante el proceso exorcista, el poseído se transforma, adopta posturas grotescas, se retuerce, maldice, patalea, y esta escena es un verdadero calvario para el cura sanador.

El que está sometido a las sombras del mal, no termina nunca de sufrir, su vida está plagada de dolor y pesares y no puede tener paz.

No sabemos qué es esa fuerza misteriosa y trágica que llamamos diablo, pero conocemos su poder devastador para matar o corromper a su víctima y, para manipularla como un títere.

Así y todo, esa fuerza siniestra hay cosas que no puede hacer, que es quitarle la libertad a los humanos de elegir y evitar que busquen ayuda para deshacerse de su nefasta influencia.

El diablo utiliza a los hombres como intermediarios para hacer su trabajo, triplicando sus fuerzas para cometer todo tipo de atrocidades y actos malignos; aunque también puede engañar seduciendo y a veces dando lástima, con aspecto inofensivo; pero cuando el poseído se libera, el mal se retira vencido para ir en busca de nuevas almas descarriadas ávidas de lujuria y sangre.

El padre Carlos Alberto Mancuso fue párraco del templo San José de La Plata durante muchos años. Comenzó a realizar exorcismos en la década de los años ochenta, a raíz de que en esa ciudad comenzaron a suceder ciertos hechos extraños relacionados con las fuerzas del mal. Aprendió a practicar exorcismos viendo al padre Antonio Sagrera, de quien se considera su discípulo.

Malena
Fuente: “Biografía del padre Mancuso, el cura exorcista”; Padre Carlos Alberto Mancuso.