El Miedo a Envejecer


Cuando el culto al físico, los tratamientos anti-age, las cirugías estéticas, la actividad física, las dietas para bajar de peso y cualquier otra técnica para vencer el paso del tiempo, son las únicas preocupaciones de la persona que vive pendiente de lo que piensan los demás; cada año que cumple se convierte en una cruel ironía de la vida difícil de incorporar a su identidad.

Cada década, puede ser vivida como un golpe bajo cuando no se tiene el coraje de aceptar la edad y cuando con el sólo afán de seguir pretendiendo ser joven se comete el error de convertirse en la caricatura de sí mismo.

Llega un momento en que toda la artillería de recursos para evitar envejecer deja de dar los resultados esperados y es entonces cuando esas personas pueden caer en una depresión.

Las estadísticas muestran que gran parte de la población mundial de más de sesenta años toma antidepresivos, para poder seguir viviendo una etapa que no quieren vivir porque suponen que sólo es la antesala de la muerte.

Creo que la gente envejece de la misma manera como ha vivido y que las fallas de carácter se acentúan con los años.

Sólo unos pocos pueden ver lo privilegiados que son cuando son viejos. Los que aman su trabajo seguirán trabajando hasta el último día, pero medio tiempo, otros descubrirán algo nuevo para hacer, porque han podido cambiar su perspectiva; porque están satisfechos de lo que han hecho y han sido, porque se han sabido ubicar y pueden disfrutar de una vida más plena.

Éstos son los que pueden darse cuenta que la vejez es la mejor edad, la edad de la cultura, de poder hacer lo que les gusta, de haber terminado de criar niños y de preocuparse por ellos, porque les ha llegado por fin, la hora de pensar sólo en ellos.

No se pueden utilizar en esta etapa, viejas fórmulas que fueron útiles en otros momentos, como ocuparse de los nietos como si fueran los propios hijos todo el tiempo, ni tampoco trabajar la jornada entera como cuando eran jóvenes, porque hay que respetar las limitaciones del cuerpo y porque hay que reservar tiempo para todas esas otras cosas que nunca hicieron.

La vida es generosa con quienes se adaptan al paso del tiempo y también proporciona los achaques que necesitan, todos aquellos a quienes les gusta ir al médico.

Envejecer bien es tener el coraje de empezar de nuevo, sin repetir historias, inaugurando una nueva forma de vivir sin sobresaltos, porque ya no hay que probar más nada, porque todo está hecho y sólo hay que saber disfrutar de eso.

Ya no hay necesidad de aferrarse a nada, porque es el momento de comenzar a soltar para poder seguir recorriendo el camino que les queda de la mejor manera, o sea ligeros de peso y para darse el lujo de ser auténtico.

Malena