El Miedo a perder la pareja



Haber encontrado una pareja no basta porque lo más difícil es mantenerla, ya que lo habitual es que las relaciones resulten efímeras, que no se sostengan, que terminen en rotundos fracasos y que dejen a su paso la cruel experiencia del desengaño.

El matrimonio no es una garantía de permanencia en el tiempo, ya que hoy en día es casi una regla que los matrimonios se separen, que existan muchas familias dispersas y que a partir de esa disgregación se vuelvan a formar otras creando nuevos vínculos que confunden a los hijos, entorpecen su identidad y los lleva a perder su sentimiento de pertenencia.

Un vínculo afectivo que se termina deja profundas huellas en el grupo familiar aunque no se considere significativo, porque lo que cambia no es solamente la relación de pareja sino todo el contexto.

La pérdida de una relación es vivida siempre por todos, como una amputación, porque es un hueco que quedará vacío aunque se intente establecer un nuevo vínculo.

El miedo a perder la pareja es como una sombra que oscurece el horizonte de las personas inseguras, y generalmente se manifiesta con actitudes posesivas y celosas.

Algunos se enamoran de un ideal, no de la persona real, luego, cuando ésta se atreve a crecer y cambiar y comienza a no coincidir con ese ideal estático, llenan de dudas y temores a su pareja porque no están dispuestos a renunciar a su ideal.

Todas las personas, en el mejor de los casos, más tarde o más temprano maduran, mejoran y cambian. La mayoría experimenta la maravillosa experiencia de la transformación, en su intento por lograr ser quienes son y cumplir su destino.

A veces, este intento es sofocado por relaciones tóxicas que no permiten ese cambio y que entorpecen cualquier actitud de independencia; porque detrás de esta determinación de anular el crecimiento del otro, está el miedo a perderlo, principalmente cuando se está postergando el propio desarrollo al elegir el camino de la mediocridad.

Pretender tener a otro al lado igualmente mediocre le permite creer a quien se aferra a él, en la fantasía de tenerlo para siempre como una cosa, como algo que le pertenece sin vida propia.

Es común ver cómo algunas mujeres florecen cuando se separan o cuando enviudan, y también es bastante frecuente que la separación sea inevitable cuando alguno de los dos entorpece el crecimiento del otro.

Las personas no se dan cuenta que cuando el otro se transforma en alguien diferente, más pleno y satisfecho, resulta ser también alguien más deseable, alguien que los sorprenderá todos los días.

Amar a otro es dejarlo libre para que despliegue todo su potencial y se convierta en alguien mucho mejor, es alentarlo para que haga lo que le gusta y para que tenga la oportunidad de expresar su creatividad.

Esa actitud emprendedora de alguien que está en pareja, se contagia y puede servir para motivar al otro a hacerse cargo de su propia búsqueda de realización personal.

El aburrimiento en la pareja está expresando el vacío existencial que produce la elección de una vida mediocre, sin metas ni horizontes. Es, por miedo al fracaso, haber renunciado a todos los sueños.

Malena