La Igualdad Social en Dinamarca


Dinamarca es el país que ha logrado lo que parece imposible para otros países, que la diferencia entre ricos y pobres sea la más reducida del mundo.

La mayoría de la población pertenece a la clase media y aunque los impuestos sean casi los más caros que existen, el Estado tiene a su cargo los gastos de salud y educación, así como del seguro de desempleo que puede alcanzar los 1900 dólares por mes, libres de impuestos, durante dos años.

Los daneses gozan de otros servicios sociales para todos, como capacitación laboral, subsidios para el cuidado infantil, jubilaciones y pensiones dignas y alquileres de vivienda y combustible subsidiados para adultos mayores.

La brecha entre ricos y pobres es en Dinamarca la segunda más estrecha entre los 34 países más desarrollados del mundo, según las cifras que proporciona la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), superado solamente por Eslovenia, un país con una economía mucho más reducida.

Uno de los factores que influyen para lograr estas condiciones de vida es, entre otros, que Dinamarca tiene un programa de capacitación y reinserción laboral para trabajadores despedidos y de otros factores que dependen de un alto grado de intervencionismo estatal que es muy difícil de lograr políticamente en otros países.

Aparentemente, según el informe de la OCDE, un alto porcentaje de daneses afirman sentirse más satisfechos que los habitantes del resto de las naciones altamente industrializadas.

Una característica poco común de los daneses, es que contrariamente a lo que ocurre en otros lugares que gozan de alto poder adquisitivo, la ostentación de la riqueza es una actitud que está mal vista hasta el punto de que es difícil reconocer signos visibles de poderío económico en las élites acomodadas.

La familia real lleva sus hijos a la escuela estatal en bicicleta y hacen sus compras en los supermercados como cualquiera y en Copenhage en invierno, no es raro ver cómo la primer ministra, Helle Thorning-Schmidt, barre ella misma la nieve que se acumula delante de su puerta.

Cualquier estudiante, mayor de 18 años, que viva solo puede acceder a un subsidio de 1028 dólares por mes, mientras los que viven con sus padres reciben la mitad.

A pesar de que la carga impositiva sobre los ingresos llega a alcanzar un 50%, el apoyo al sistema de seguridad social goza de amplia aceptación popular.

Esta realidad es posible en una cultura que ha alcanzado un alto nivel de conciencia social, que no está dispuesta a permitir la desigualdad ni gozar de privilegios a expensas de las necesidades de otros.

Lejos de enorgullecerse por una condición social privilegiada, los que ganan más, logran sentirse igualmente satisfechos manteniendo los mismos hábitos moderados de la mayoría y el mismo perfil bajo en su forma de vida, una verdadera proeza en una economía mundial centrada en el consumismo.

Sin duda, el estilo de vida de Dinamarca, es digno de ser imitado por el resto del mundo.

Malena
Fuente: Jan Olsen y Mali Rising, Agencia AP; para La Nación, traducción de Jaime Arrambide.