Cómo somos cuando amamos


A todos nos gusta estar enamorados, aunque tengamos que derramar muchas lágrimas, aunque sean muchos los sinsabores, aunque nos hagan sufrir y corramos el riesgo de que nos abandonen sin palabras, aunque nos mientan y terminemos siendo para el otro, una aventura del pasado.

Pero ¿cómo son las personas cuando se enamoran? ¿qué es lo que hace que una relación que comienza bien termine mal? ¿en qué se equivocan los enamorados?

Cuando se forma una pareja ambos se vuelven posesivos y dependientes, los dos quieren todo del otro y se niegan a compartir nada; se vuelven contradictorios, ya no razonan y se exigen mutuamente la satisfacción de sus necesidades básicas, necesidad de un padre o de una madre, de una buena amante, de una oreja que escuche y de una boca que no hable.

Los requerimientos son impropios para un adulto, porque se espera demasiado del otro.

El amor no tiene objeto porque el enamoramiento es del amor, no de una persona real, porque no siempre estamos seguros de nuestra elección y dudamos, porque estamos acostumbrados a aceptar sin pensar y a dejarnos llevar por los impulsos.

En aras del amor también nos dejamos manipular y lo que en un principio no nos molestaba comienza a convertirse después en una piedra en el zapato que no podemos soportar.

El amor exige un equilibrio en el dar y recibir y hay que tener la inteligencia para lograrlo.

El amor estable existe y aunque también hay muchas separaciones y divorcios, esta circunstancia no es suficiente como para renunciar a él, porque nos encanta estar enamorados, importarle a alguien, tener una pareja para compartir la vida y no estar solos.

Después de todo siempre se puede volver a empezar, surgir de las cenizas para volver a creer, para enamorarse, para aferrarse a otra ilusión.

El amor es un salto al vacío sin red, es pretender encontrar a alguien especial que colme todas las expectativas y que esté dispuesto a darnos todo lo que necesitamos, es una quimera, la utopía a la que no queremos renunciar.

Tal vez, si fuéramos capaces de aceptar que los humanos no somos perfectos podríamos pasar por alto muchas cosas y comprender, darnos cuenta que también nosotros cometemos errores, que también somos egoístas, posesivos, celosos y tan dependientes como el otro.

El sentido del humor nos puede ayudar a interpretar las situaciones de la mejor manera, a no dramatizar, a seguir adelante intentándolo todo y a pesar de todo.

Malena
Fuente: “Ámame eternamente, y vamos viendo”; Luis Pescetti.