El Carácter


El carácter es el aspecto adquirido de la personalidad, que nos puede ayudar a construir nuestra vida pero que también puede malograr nuestro destino.

La estructura de la personalidad está formada por el temperamento, que es el componente fisiológico inmodificable y hereditario que comprende el conjunto de aptitudes, tendencias e impulsos biológicos innatos, y el carácter, que son los rasgos afectivo-dinámicos que presenta un individuo progresivamente y que se adquieren por experiencia.

El carácter se va formando desde la infancia y continúa desarrollándose durante toda la vida. Es la forma en que elegimos responder a la realidad, cómo reaccionamos frente a los acontecimientos, cómo nos relacionamos con los demás y cómo vivimos todas las circunstancias que nos tocan vivir; en función a lo que creemos y a cómo percibimos el mundo.

El carácter es el conjunto de rasgos individuales, el sello singular o el signo que caracteriza a una persona que da lugar a su individualidad psicológica y que representa su manera propia de ser.

Toda persona posee un temperamento básico, un carácter y una personalidad; pero lo único que puede cambiar es el carácter, que a su vez puede tener una importante repercusión en la personalidad.

El carácter puede cambiar, mientras el temperamento, que incluye el grado de emotividad, de humor, de estabilidad o inestabilidad, de actividad o pasividad y el tipo de ritmo individual, es la estructura más o menos fija, la base que le otorga una modalidad concreta al carácter; porque el comportamiento de un individuo no es un conjunto de hechos aislados sin conexión alguna, sino una forma de actuar organizada, estable en el tiempo y que mantiene cierta continuidad de significado.

Además de las características de unidad y de identidad de la personalidad, se le agrega la percepción consciente de sí mismo, de los demás y del mundo, que brinda al comportamiento identidad y unidad y que están ligadas al desarrollo superior de las funciones cognitivas.

Una persona muestra un conjunto de rasgos físicos y de conductas muy variadas que se manifiestan en forma continua en cada situación que tiene que enfrentar. Su estructura de personalidad es por lo tanto, la organización que le otorga unidad y consistencia interna a través del tiempo, que permite formular a la persona misma y a otros, ciertas hipótesis, o elaborar expectativas con respecto a su conducta.

Lamentablemente, nuestra cultura prioriza el potencial de rendimiento intelectual o laboral y no tanto los rasgos de la personalidad, la nobleza del carácter o la pureza del corazón, características que han perdido su valor en favor de la capacidad de éxito y de la ambición.

La fuerza del carácter es lo que nos sostiene en los momentos difíciles, la que nos permite dominar nuestro temperamento y mantener el control, la que nos impulsa o no a avanzar, a trascender nuestros límites, a superar la adversidad y volver a empezar.

El carácter se construye comprometiéndose con una forma de pensar, teniendo convicciones firmes, respetando los propios valores, teniendo perseverancia, siendo comprensivo con los demás y capaz de dar y recibir amor, cultivando la paciencia y atreviéndose a ser quien uno es.

Malena
Fuente: “La estructura de la personalidad”; Joseph Nuttin.