Operado del Pasado - Cuento para pensar



Herminio Pereyra, por sobre todas las cosas, era un adicto al trabajo. Tenía mujer e hijos pero sus tareas laborales le impedían dedicarles tiempo. Con la plena convicción de estar haciendo lo correcto, ya que había sido criado con una disciplina muy estricta, mantenía a su familia con su esfuerzo y dejaba el resto de la responsabilidad del hogar a su mujer, Celina Tolosa, con quien estaba casado desde hacía mucho tiempo.

Metódico al extremo, la vida de Herminio Pereyra era una página en blanco, ya que nunca le ocurría nada peculiar; y a tal punto era sagrada su rutina que los vecinos sabían que eran las siete y media cuando lo veían pasar, con su lustroso traje negro y el ceño fruncido rumbo a su trabajo, en el Banco Federal.

Pero un día todo cambió, cuando una extraña enfermedad lo atacó. Era un extraño virus que lo obligó a permanecer en cama algunos días con fiebre alta y mucha tos.

Cuando finalmente se curó, el día que tenía que volver a trabajar por primera vez en su vida llegó tarde al banco y en lugar de dedicarse a cumplir con sus tareas habituales, se sentó en su sillón, abrió el diario que tenía sobre su escritorio y tranquilamente lo leyó, hasta que una noticia lo sobresaltó. Prestigiosos médicos cirujanos habían logrado hacer una extraordinaria operación que permitía olvidar el pasado, mediante el implante de un microchip con un nuevo pasado, el que el paciente eligiera.

Finalmente su pasado dejaría de ser un obstáculo y un condicionamiento en su vida; por fin podría comportarse como quisiera sin sentir ninguna culpa, por fin podría ser libre.

Herminio Pereyra, que estaba harto de su vida rutinaria, de ese pueblo donde siempre había vivido y del banco, quiso en ese preciso instante ser otro hombre y decidió someterse a esa operación para tener un pasado audaz y lleno de aventuras.

En la familia hubo un gran alboroto con la noticia porque no podían creer lo que estaba pasando, pero apoyaron su decisión con la secreta esperanza de que también se acabarían para ellos el aburrimiento y la rutina.

A Herminio Pereyra lo operaron y la intervención fue un éxito. Salió del hospital sin memoria de su pasado y tal como él había elegido, creyendo ser no sólo un aventurero, sino también un hombre de pocos escrúpulos, el jefe de la banda que había cometido el último gran asalto al Banco Federal.

Su casa se convirtió en una fortaleza, aseguró todas las cerraduras, puso rejas y compró algunas armas para defenderse en caso de que la autoridad viniera a buscarlo.

Pasaba todo el día planeando asaltos, fraudes, estafas y hasta pensó en volver a asaltar el banco donde trabajaba, mientras su familia, desconcertada y contagiada por su desbordante entusiasmo, parecía disfrutar como él de la aventura.

Pero los ahorros se esfumaron, la comida empezó a escasear, los niños y su mujer se empezaron a preocupar y a él, inexplicablemente, una sensación de culpa no lo dejaba en paz.

De esa forma Herminio Pereyra se dio cuenta que sea quien sea, de la culpa nadie se puede escapar, porque es ancestral; y fue por esa razón que se quiso entregar.

Obviamente, el dinero nunca se pudo encontrar, pero la inesperada confesión de Herminio Pereyra del robo al Banco Federal, que nunca cometió, le permitió a las autoridades aclarar ese asalto, encontrar un culpable para condenar y tener otro caso para cerrar.

Malena
Inspirado en “Cirugía psíquica de extirpación”; Macedonio Fernandez