POR QUÉ LE CREEMOS A LA PUBLICIDAD - Psicología Malena Lede



El aviso publicitario por medios de difusión masiva se paga solo porque aumenta las ventas, puede lograr que un producto lidere el mercado y que la marca se convierta en un sinónimo de dicho producto.

La repetición constante es una forma de aprender y de registrar en la memoria la información que recibimos. Ese registro crea nuevas conexiones nerviosas que se accionan en cada circunstancia que se relacionan con ellas.

La publicidad influye en nuestras decisiones aún cuando no le prestemos atención, cambiemos de canal durante las tandas o nos enfurezca y adoptemos una actitud crítica.

Así como ocurre con los cuentos de hadas, los mensajes son simples pero certeros y cargados de buenas intenciones. Los expertos en publicidad transmiten que desean lo mejor para nosotros, que tengamos un pelo brillante y sin caspa, que nos mantengamos saludables, que lavar la ropa nos resulte divertido y fácil, que tengamos una juventud eterna siguiendo sus consejos, que nuestra pareja sea más atractiva si acepta cambiar su loción de afeitar, que lavar los platos y dejar la cocina reluciente sea placentero, que consumamos productos envasados porque son los más sanos, que adelgacemos en una semana, que podemos estar muy atractivas aún cuando estemos haciendo la limpieza con determinados electrodomésticos, que luzcamos como las celebridades que usan los productos que promocionan y parecen siempre jóvenes y deseables.

¿Por qué nos creemos tantas mentiras? Generalmente porque pensamos que las empresas que gastan mucho en publicidad están apostando a un buen producto, aunque no siempre sea así.

Pero es un hecho que a la hora de decidir,  nuestras mentes funcionan en forma irracional, porque se deja convencer por los envases y elige siempre la etiqueta más atractiva.

Tengo que reconocer que no puedo evitar comprar las latas de tomates en cuya etiqueta los tomates lucen más rojos, y este fenómeno, que le ocurre a la mayoría, está estadísticamente comprobado.

Las mentiras de la publicidad se propagan como el fuego, alimentadas por la necesidad humana de comprar lo mejor,  en base a lo que afirman supuestos expertos en el arte de convencer.

No importa si no nos convencen la primera vez, porque la próxima o la siguiente lograrán vencer a  nuestra voluntad y cumplir sus objetivos.

La publicidad no ha avanzado demasiado ya que los recursos que utilizan para promocionar productos siguen teniendo éxito de ventas y por eso se repiten. Se trata de recrear estereotipos que a pesar de los cambios aún se mantienen; y el hecho de cambiar estrategias significaría arriesgar una campaña de ventas que implicaría una elevada inversión que se considera innecesaria..

En los negocios se apuesta a lo seguro y no a lo que uno le gusta o no le gusta. Por ejemplo, las tandas que promocionan productos de limpieza o comida funcionan mejor si aparecen figuras femeninas y las que hacen la publicidad de automóviles, deportes o cerveza tienen mejor repercusión si participan hombres, o sea que se dirigen deliberadamente a los supuestos consumidores.

Así es que los estereotipos publicitarios también contribuyen a mantener fijos los roles sociales.

Malena