Jorge Lanata y sus dichos sobre Flor de la V



Con respecto a la polémica desatada por las declaraciones públicas del Sr. Jorge Lanata sobre la condición sexual de la conocida figura del espectáculo, Flor de la V., las reacciones de toda la comunidad gay de la Argentina y de algunos actores y políticos, quisiera emitir mi modesta opinión como psicóloga.

Coincido plenamente con lo manifestado por el Sr. Jorge Lanata de que Flor de la V., es una persona con una identidad sexual que en esta cultura se conoce como "travesti"; o sea, un individuo que a pesar de haber nacido con las características sexuales masculinas, por alguna razón, manifiesta, desde la infancia,  una fuerte tendencia a identificarse con las actitudes e intereses femeninos.

Sin embargo, aunque Flor de la V. tiene un pene que la define como hombre, su personalidad es la de una mujer, a tal punto que si nadie conociera su condición podría ser reconocida por cualquiera sin dudarlo siquiera, como alguien de sexo femenino.

Por esta razón, disiento con lo declarado por el Sr. Jorge Lanata, de que en lugar de una madre, es un padre para sus hijos, porque no es el sexo el que define la maternidad o la paternidad sino el rol que se interpreta frente a los hijos, con respecto a la pareja y ante la sociedad.

Los hijos de Florencia de la V. ven en ella a una mujer, por lo tanto a una madre y no a un padre y eso es lo que cuenta por ahora para su normal desarrollo.  Cuando crezcan y en el momento adecuado, sus propios padres podrán revelarles la verdad de su condición como pareja, lo que no creo los pueda llegar a afectar,  ya que para ese entonces seguramente, su situación formará parte de una de las tantas formas de configuración familiar posibles que existan.

Creo que deberíamos ser más respetuosos y piadosos con los estilos de vida ajenos que no por ser diferentes son peores ni mejores;  ser capaces de apreciar más las cualidades humanas que los supuestos defectos y reconocer su fortaleza para enfrentar la intolerancia y las críticas.

¿Acaso no es hora de dejar de etiquetar a la gente y ponerle rótulos para comenzar a vernos unos a otros como personas dignas de respeto y evitar así engrosar la fila de los que discriminan por raza, religión, ideología, color de piel, clase social, nivel intelectual, preferencia sexual, peso, estatura, defecto físico o cualquier otra supuesta minusvalía?

Tal vez, estos nuevos estilos de familia sean el resultado de una mutación evolutiva para que los seres humanos puedan adaptarse al cambio de roles en las sociedades modernas.

Malena