Los Celos





"Menudencias leves como el aire son para el celoso pruebas irrefutables, como un testimonio de las Sagradas Escrituras"; William Shakespeare.


Los celos navegan entre la ira y el amor, llevan a cometer actos irracionales y en lugar de ser una señal de afecto es una amenaza grave para la relación.

Por lo general, los celosos se basan en sospechas infundadas que los llevan a comportarse con la víctima en forma persecutoria, quitándole la libertad de acción e invadiendo su privacidad.

La desconfianza es para una relación veneno seguro y es la fórmula más eficaz para destruirla.

Los celos no se dan exclusivamente en la relación de pareja sino también con una amistad, con los propios padres y también ocasionalmente entre hermanos muy unidos.

La persona celosa siente que su relación e incluso su identidad corren peligro, porque comienza a dudar de sí misma, y a caer vencida por el  miedo, la tristeza y la ira.

En 2007, psicólogos de la Universidad norteamericana de Indiana  estudiaron los motivos que desencadenaban los celos y pudieron constatar que la desconfianza no siempre está basada en situaciones reales sino que tiene su origen en la imaginación.  A esta forma de celos los denominan suspicaces, mientras que la forma reactiva se fundamenta en hechos reales. 

Los celos reactivos se manifiestan por lo general en las relaciones más sanas y de mejor calidad.

Estos estudios también demostraron que los individuos más inseguros y los de más baja autoestima desconfiaban con más frecuencia de sus parejas  aunque no tuvieran suficientes razones para ello.

Los niños de sólo seis meses reaccionan con celos cuando ven a su madre con un muñeco en sus brazos, revela una investigación realizada en la Universidad Tech de Texas; incluso, esta experiencia produce cambios en la actividad cerebral del bebé.  Esto confirmaría la hipótesis de que sentir celos no se trata de una emoción adquirida sino innata.

Según las investigaciones, los individuos celosos de alguien en particular que les quita el protagonismo, sienten en primer lugar ira y luego dudas sobre sí mismos; en cambio, si su pareja les es decididamente infiel experimentan tristeza y si sólo tienen una vaga sospecha sienten miedo de que su propio presentimiento se confirme.

Algunos investigadores sostienen que la tendencia a tener la exclusividad de una relación es innata y aparece en la infancia más temprana.  Charles Darwin comprobó este fenómeno observando a su propio hijo de 15 meses, que reaccionaba con celos cuando lo veía a él manipulando y cuidando a una muñeca.

Otros psicólogos atribuyen los celos a las normas sociales que limitan las relaciones de pareja y le otorgan a los sentimientos románticos carácter exclusivo.

También se cree que la lucha por la competencia en la infancia condiciona las relaciones futuras.  Por ejemplo, los hijos que reciben por igual,  la atención y el cuidado de sus padres llegan a tener mayor autoestima y mejores relaciones personales; en cambio quienes experimentan tanto discriminación como favoritismo por parte de sus padres,  cuando son adultos, esta condición afecta su autoestima y la calidad de sus relaciones personales.

Los celos infantiles también pudieron tener una razón evolutiva en épocas primitivas, cuando escaseaban los alimentos y los hermanos significaban una amenaza.

Otra hipótesis propone que la desconfianza en la pareja podría haber ayudado a la humanidad a transmitir sus genes en forma exitosa.

Los celos se pueden tornar enfermizos y considerarse como síntomas de un trastorno psicológico subyacente.

El abuso de alcohol y  distintas psicosis como la esquizofrenia o las demencias, como el Alzhéimer, pueden provocar ataques de celos.  Estos enfermos se convencen de que son engañados por sus parejas y pueden elaborar sospechas absurdas de relaciones fantaseadas entre sus cónyuges y sus parientes o vecinos y actuar en forma irracional y violenta.

Actualmente, las personas que buscan mensajes sospechosos en los celulares de sus parejas, pueden provocar un serio daño de confianza a su relación.

Los celos pueden ser motivo de violencia extrema como el asesinato y las más expuestas a esta situación son las mujeres jóvenes infieles; en cambio, parece ser menos frecuente que una mujer cometa un asesinato por celos.

En todo caso, la serenidad y la seguridad en sí mismo,  beneficia a las relaciones, ya que predispone a no elaborar historias pasionales a partir de un mensaje de texto o de una conversación ocasional de su pareja con personas extrañas.

Malena
Fuente: “Mente y Cerebro”; No.56/2012; “Entre la ira y el amor”;  Jasmin Andresh, bióloga y periodista científica.