Amo a mi pareja pero la engaño



Esta frase muestra claramente una disociación sexual afectiva; o sea, la persona ama a su pareja pero desea a otra y no puede resistir la tentación de traicionarla.

Según la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, el deseo está estrictamente ligado a signos infantiles indestructibles y logra su satisfacción intentando reproducir las percepciones del pasado, que se han convertido en signos; y la búsqueda del objeto de satisfacción en la realidad se orienta mediante esta relación con estos signos.

Para este autor, la forma completa de la sexualidad normal, se logra cuando confluyen tanto la sensualidad como la emoción de ternura en una sola persona.

Cuando esta confluencia no se logra y permanece separada, el individuo es incapaz de desear a la pareja que ama, porque la idealiza, y tampoco puede amar a la que desea (por ejemplo una prostituta o cualquier relación ocasional).

Freud destaca la importancia de la relación primitiva de un individuo con la madre, o sea a la elección de objeto primaria, cuando tanto la satisfacción de las necesidades vitales nutricionales como la emoción de ternura estaban unidas.

Freud utiliza el término ternura en sentido contrario al de la sensualidad, que  tiende a perpetuar el primer modo de relación amorosa del infante, en el cual el placer sexual se apoya siempre en la satisfacción del instinto de autoconservación.

Debido a la frecuencia en que Freud encontraba en su práctica clínica que estos dos elementos estaban separados en el mismo individuo, manifestando su tendencia sensual hacia una persona y hacia otra su tendencia de ternura, decidió buscar el origen de esta condición.

Para Freud, el origen de la ternura se encuentra en la primera elección de objeto en la infancia, o sea en el amor hacia la persona que cuida de él y lo alimenta.

Este amor inicial, desde que comienza, incluye en forma inseparable,  tanto los componentes eróticos como la satisfacción que recibe el niño de la alimentación y los cuidados corporales. 

Este modo de relación será el que se perpetúe en la adultez siempre que el infante haya tenido una crianza normal, o sea sin exceso de gratificación ni exceso de frustración.

Malena
Fuente: “Diccionario de Psicoanálisis” de Laplanche y Pontalís.