Me cansé de mi pareja, ¿qué hago?



Vivimos en un mundo donde la realidad es lineal, las cosas empiezan, se desarrollan y finalmente terminan, la gente nace, crece, madura (en el mejor de los casos) y deja esta vida con o sin la satisfacción de haber aprovechado la oportunidad que tuvo de vivir. 

Como es de esperar, también las relaciones sufren este proceso si se reducen a un vínculo dependiente con el único objetivo de usarse mutuamente.

El tiempo se encarga de reducir las cosas a polvo y la mayoría de las relaciones se tornan aburridas, mecánicas y cansadoras cuando las personas vegetan como plantas, se embrutecen, adquieren adicciones dañinas, no crecen, se achanchan, principalmente si están cómodas.

Se transforman en un mueble más en la casa, en un objeto, en una cosa, pierden su lozanía, las ganas de vivir, se enferman o se aferran a ilusiones pasajeras, repitiendo viejos esquemas de comportamiento que los dejan aún más vacíos.

El anhelo de algo nuevo ha llevado al ser humano a distinguirse de todas las demás especies, una necesidad de cambio y transformación que todos tienen pero que no todos logran interpretar y los impulsa a proyectar  toda su frustración en el otro.

La necesidad de cambio es la esencia de toda persona, el deseo de trascender cualquier barrera, superar los obstáculos y ampliar el horizonte.

Afortunadamente, existe un sentimiento que llega a trascender cualquier limitación y que hace que esta vida sea digna de ser vivida, que es el amor.

El amor es unión, es cohesión, es la emoción más sincera que existe  que genera el deseo de compartir, de ayudar al otro, de estar con el otro, de hacerlo feliz y de comprenderlo. 

Como resultado de este amor se recibe amor, se logra ser importante para alguien y un lugar en el mundo sólo para nosotros.

Pero el amor, si se transforma en un hábito y en la única razón de la vida,  también sufre los avatares del tiempo, se quiebra, envejece, se desgasta y  puede llegar a transformarse en odio.

Este proceso es inexorable cuando la vida de una persona está dedicada a depender de otra

Si en cambio, esa persona decide aventurarse a ser ella misma, intentar lograr su propósito y tener vida propia, el amor puede renacer de sus cenizas, porque el otro será parte de ese proceso,  acompañará la transformación de su pareja y casi sin darse cuenta se sentirá impulsada a hacer lo mismo.

Serán dos almas en ascenso que disfrutarán de sus logros y de los frutos que haya generado su relación, no se sentirán atraídos por otros amoríos pasajeros porque estarán enamorados de lo que hacen, llenos de entusiasmo y creatividad,  repletos de ideas novedosas que harán que sus vidas tengan un sentido y sean  dignas de ser vividas.

Malena