Cómo enfrentar la infidelidad


Muchas veces, las personas que más queremos nos defraudan, abusan de nuestra confianza, llegan a quitarnos las ganas de seguir viviendo y la posibilidad de volver a creer, mientras ellas parecen disfrutar de sus aventuras sin ningún escrúpulo.

Cuando se sufre esta desilusión, es muy difícil recuperar la confianza, la conducta desleal no se puede perdonar y esa relación termina para siempre.

Sin embargo, si nos atrevemos a indagar con mayor profundidad sobre este tema, la infidelidad siempre tiene una razón, y aunque eso no la justifica, puede ser el atenuante que salve a una pareja.

Es importante reconocer qué parte de la responsabilidad de ese hecho, que pone en peligro a la pareja, le corresponde a cada uno, porque seguramente, aunque no lo crean, los dos colaboraron para provocarlo.

Una pareja de muchos años puede seguir siendo feliz mucho tiempo, pero a veces la rutina y el desgaste de la vida cotidiana, hace que uno de ellos o ambos pierdan la alegría de vivir y las ganas de agradarse mutuamente, descuiden su aspecto personal, abandonen los proyectos y envejezcan antes de tiempo.

La infidelidad es un ataque a la autoestima, una grave ofensa que sufre el ego en un momento en el que se puede sentir tan vulnerable que le resulte imposible ser capaz de enfrentarla; sin embargo, por lo general, suele ser la consecuencia de un proceso que pudo haberse iniciado hace mucho tiempo y que ha ido minando la relación hasta deteriorarla por completo.

La forma de transitar por esta difícil prueba difiere de persona a persona y depende de en qué medida puedan reconocer ser parte del proceso y si están dispuestos a cambiar.

Más importante que sancionar la deslealtad de una pareja que comete una infidelidad es considerar que ese hecho puede no haber sido solamente la consecuencia de un capricho personal sino del deseo de recuperar la felicidad perdida por medio de una relación clandestina.

No se trata de buscar culpables sino de cambiar y pasar de un estado de indiferencia a otro estado que permita reflejar los sentimientos que aún perduran pero que por una razón u otra, se han dejado de expresar.

Cada día de la vida, el amor de pareja se debe nutrir con más amor y más cuidado. Cada gesto, cada mirada, cada actitud, cada momento de la vida, debe ser una oportunidad para expresar los genuinos sentimientos, sin dejarse vencer por la rutina ni por los avatares del paso del tiempo.

Si pueden admitir que ambos, casi sin darse cuenta, han formado parte de un triste proceso, será más fácil perdonar la infidelidad y comenzar de nuevo.

Malena