El Tabú de la Virginidad



Una particularidad común en la vida sexual de los pueblos primitivos que contrasta con las culturas modernas, es la diferente valoración de la virginidad femenina.

Para ellos el valor de la virginidad se evidencia en la costumbre de hacer desflorar a las adolescentes fuera del matrimonio y antes del primer coito con su pareja, teniendo esta práctica un valor importantísimo y siendo objeto de una prohibición religiosa.

Quiere decir que en lugar de reservarse el prometido tal privilegio, la costumbre le exige que no ejerza ese derecho y eluda tal función.

En muchas comunidades indígenas las mujeres, aún hoy en día,  tienen completa libertad sexual antes del matrimonio e incluso son más valoradas como futuras esposas si ya tienen hijos.

Por distintas razones que posiblemente tengan mucho que ver con la herencia de los patrimonios, la complejidad de las sociedades modernas, generaron usos y costumbres que le dieron forma a la educación de las mujeres que muchas veces las obliga a renunciar a sus  más grandes intereses personales y las condena a canalizar todas sus energías en su relación de pareja.

De esta manera una mujer puede llegar al extremo de depender totalmente de su compañero y perder toda voluntad propia.

No obstante, Sigmund Freud reconoce que en cierta medida la lealtad sexual es indispensable si se desea establecer un vínculo duradero en los países civilizados,  como garantía del matrimonio y para evitar la amenaza de la poligamia y la disolución de la familia.

Krafft-Ebing, en 1892, utiliza la expresión “Servilismo sexual” para designar el encuentro de alguien con un alto grado de enamoramiento y debilidad de carácter con otro caracterizado por su ilimitado egoísmo; y esta servidumbre es más frecuente e intensa en la mujer que en el hombre.

En estas culturas primitivas, que aún subsisten, la mujer es tabú en su totalidad, que además de abarcar toda la vida sexual, se extiende a otras actividades y es separada de muchas tareas que son propias del hombre por considerar que le quita las fuerzas al hombre para desempeñarse con eficacia.

La separación entre las mujeres y los hombres en comunidades primitivas es mucho más notoria que en las sociedades modernas, ya que suelen vivir separados y en muchas tribus no existe la misma forma de vida familiar como en nuestra cultura.  Por supuesto, las uniones sexuales se practican pero generalmente en secreto y fuera del ámbito de la casa.

Esta separación entre mujeres y hombres demuestra el temor ancestral del hombre hacia la mujer, tal vez por ser diferente e incomprensible para él, por mostrarse enigmática y singular y por ende convertirse en una posible enemiga.

Todos estos tabúes que reflejan el rechazo del hombre hacia la mujer es evidente que se basan en la intención de evitar un vínculo particularmente intenso.

Todos sabemos que la reacción normal de la mujer al primer coito no suele ser placentera, sino que supone generalmente  un gran desengaño, permaneciendo fría e insatisfecha y necesitando tiempo y  repetición del acto sexual para poder disfrutarlo.

En el mejor de los casos la mujer puede lograr este objetivo, pero muchas veces puede caer en una frigidez perpetua que no logrará quebrar ningún esfuerzo que haga el marido.

Freud considera que el peligro oculto que se trata de evitar con el desfloramiento de la mujer antes del matrimonio, en las culturas primitivas, sería eludir la posibilidad de que el esposo llegue a ganarse su hostilidad eterna.

El tabú de la virginidad en estas comunidades queda bastante claro, porque preserva al hombre de las consecuencias que puede tener la experiencia nefasta del primer coito para la mujer.

En nuestra cultura muchas mujeres permanecen ligadas a sus maridos más por servidumbre que por cariño.  Puede que el recuerdo de su fracaso sexual aún no se haya desvanecido y permanezca vívido como el primer día.

Freud se atreve a afirmar, que no pueden liberarse de sus esposos porque aún no han logrado vengarse lo suficiente de ellos.

Malena
Fuente: Sigmund Freud “Obras Completas” Tomo III; “El Tabú de la virginidad”