Cómo hacer el amor a una mujer - Psicología Malena Lede





Entre las profundas diferencias, tanto psicológicas como orgánicas, que existen entre un hombre y una mujer, se encuentran también las de su comportamiento sexual.  Pero las diferencias sexuales no tienen que ser motivo de frustración sino hacer que un hombre y una mujer que se aman se complementen.

El hombre está diseñado para sembrar su esperma y en cada acto sexual puede depositar millones de espermatozoides, la mayoría de los cuales fracasará en su intento de fecundar a la mujer.  Sólo uno o dos de ellos logrará penetrar un único óvulo para hacer posible la fecundación y crear un nuevo ser.

La mujer, en la mayoría de los casos, tiene un solo óvulo para fecundar y  dejará de producir óvulos, una vez que ha sido fecundada.

Aunque obviamente las mujeres pueden tener relaciones sexuales durante el embarazo, ya no habrá una nueva fecundación hasta tanto se haya producido el parto.

Estas diferencias anatómicas y funcionales, así como también el vínculo único que establecerá con su hijo,  producen un distinto comportamiento sexual en la mujer con respecto al hombre.

En todas las especies animales y también en los humanos, existen rituales de apareamiento, algunos más sofisticados que otros, comportamiento innato que forma parte del instinto sexual.

Algunos animales son monógamos, como por ejemplo el pingüino que se aparea siempre con la misma hembra, que aunque a nosotros nos parezcan que son todas iguales, los machos pueden distinguir.

La mayoría de los problemas de pareja humana se deben a un deficiente comportamiento sexual por parte del hombre que no logra satisfacer a la mujer.

El hombre, a través de la evolución, ha perdido sus instintos y también los rituales de apareamiento indispensables para preparar a la mujer para el momento del coito.

Por otro lado, los animales aprenden el comportamiento sexual viendo a otros de su especie haciéndolo, mientras los humanos sólo tienen oportunidad de presenciarlo en las películas, donde sólo se puede ver el aspecto promiscuo del sexo con el único fin de provocar excitación.

El sexo como espectáculo aparece como un acto violento donde los protagonistas se arrancan la ropa y ambos llegan al climax en cinco minutos.

Estas exhibiciones no reflejan la realidad, porque en apenas unos minutos difícilmente les ocurra eso a los dos.  Lo más probable es que el hombre eyacule pero que la mujer no llegue al orgasmo.

El acto sexual no empieza en la cama, comienza mucho antes, con pequeños gestos, con algunas miradas, con besos, con abrazos que sugieren la intención de tener sexo.

Una mujer se puede excitar con un beso en el cuello, con una flor que le trae el hombre que ama, con una palabra cariñosa.

Las mujeres suelen vengarse de los hombres privándolos del sexo, cuando las tratan mal o cuando son violentos y luego pretenden acercarse a ella en la cama.

El sexo es más que una función biológica, es un arte y ese arte hay que aprenderlo para poder disfrutar del sexo a cualquier edad.

Crear el ambiente propicio de intimidad y confort es muy importante y dedicarle tiempo a las caricias, los masajes en todo el cuerpo y a los besos, sin mostrarse apurado para terminar, es esencial.

El esfuerzo que se ponga para satisfacer plenamente a la mujer se verá recompensado, pero para llegar a eso, el hombre tendrá que aprender respetar sus tiempos y principalmente a controlarse.

Los hombres maduros son los que satisfacen mejor a las mujeres mientras los jóvenes pueden dejarlas muy insatisfechas.

Las mujeres disfrutan mucho más de las preliminares que de la penetración; además, tener esta posibilidad le permite al cuerpo de la mujer segregar el flujo vaginal necesario para que la penetración sea placentera y no le provoque dolor.

Las primeras relaciones sexuales de las mujeres suelen ser un fracaso y muchas veces esta frustración la tiene que sufrir toda la vida debido a la ignorancia de su eventual pareja.

Muchos divorcios se producen por esta razón, que llega a alterar la relación hasta el punto de no poder continuar juntos. 

Pocos son los que se animan a hablar de sus frustraciones sexuales, la mujer porque no desea que su pareja piense que es frígida y entonces no le queda otra cosa que vivir fingiendo y el hombre porque no se da cuenta o hace como que no se da cuenta de su inoperancia.

Para esto son las terapias de pareja, para poder hablar de todo sin ocultar nada y para que cada uno se atreva a reconocer sus errores.

Malena