Si haces lo que te gusta, adelgazas - Psicología Malena Lede





La obesidad suele tener causas muy profundas que se relacionan con la depresión; además, existen motivos sociales que impulsan a las personas a comer de más, como la ansiedad por competencia, la baja autoestima, la auto exigencia desmedida, la falta de resistencia a la crítica, y la dificultad para tolerar la frustración.

El obeso es un adicto a la comida, por lo tanto cada vez que siente ansiedad, la calma comiendo, tal como ocurre con un bebé de pecho.

El Psicoanálisis considera que las personas depresivas sufren de una fijación a la etapa oral del desarrollo que es cuando el bebé es amamantado.

Un trauma en esa etapa del desarrollo puede producirse tanto por exceso de gratificación, como por exceso de frustración (abandono, privación afectiva materna durante los primeros seis meses de vida), porque son los excesos los que producen los traumas.

La personalidad adictiva no puede salir de ese círculo vicioso y canalizar adecuadamente su energía en fines socialmente aceptables.

Desde el punto de vista de la Psicología Cognitiva, el abuso en la alimentación que produce obesidad es la consecuencia de un hábito aprendido para calmar la ansiedad.

A todo adicto a la comida, lo único que le atrae es satisfacerse comiendo, porque no existe para ellos otra cosa que pueda gratificarlos en la misma forma.

Sin embargo, si una persona excedida de peso tratara de conocer más su interioridad y pudiera encontrar su verdadera vocación, algo por qué vivir que le de más sentido a su existencia podría derivar gran parte de su interés desmedido por la comida al desarrollo de esa actividad que lo apasione, revertir su adicción y comenzar a comer con moderación.

Por lo general, los depresivos tienen toda su energía puesta en ellos mismos y no pueden conectarse con intereses externos, sin embargo, si tienen la oportunidad de descubrir sus capacidades y logran derivar su energía para dedicarse a algo que les guste, es probable que al concentrarse en ello, hasta se olviden de comer.

Pero ¿cómo saber qué es lo que realmente les gusta hacer y cuál es su verdadera vocación?

Su verdadera vocación es hacer aquello que les sale bien, que les gusta hacer y que cuando lo hacen pierden la noción del tiempo y hasta las ganas de comer.

Hay muchas personas que han renunciado a sus ideales y que se han resignado a cumplir con sus obligaciones realizando tareas que no le gustan. De alguna manera una rutina diaria realizada por obligación lleva a las personas a crear hábitos no deseados para gratificarse.

No siempre la actividad que a uno le gusta, como por ejemplo la práctica de un deporte o el desarrollo de una actividad artística, puede ser rentable, sin embargo, sin eludir nuestras responsabilidades es posible dedicarle tiempo a lo que realmente nos gusta hacer, aunque sea en nuestro tiempo libre.

En realidad se trata de cambiar una adicción por otra que no represente un riesgo para la salud y le dé más significado a la existencia, ya que lo que más afecta a la gente es no verle sentido a lo que hace.

Para Freud, existe una fuerza en estos individuos que se opone a toda curación y que hace que no quieran estar sanos ni dejar de sufrir, o sea la tendencia al sado masoquismo y a la pulsión de muerte que responden a una conciencia moral inconsciente demasiado intensa que está en conflicto con el Yo y que genera sentimientos de culpa.

La necesidad ilimitada de amor, característica en la depresión, representa la búsqueda de la seguridad perdida, cuyo ejemplo sería la arcaica fusión del niño con su madre.

Malena

Fuente: “Diccionario de Psicoanálisis” de Laplanche y Pontalis.