El humor y su significado inconsciente - Psicología Malena Lede




Sigmund Frued, trató de descubrir cuál era la fuente de placer que produce el humor y llegó a la conclusión que es un medio que le permite a un individuo ahorrarse los efectos emocionales que determinadas situaciones podrían provocarle si las enfrentara seriamente.

El humor requiere la participación de una persona capaz de llevarlo a cabo y de un espectador dispuesto a divertirse. Pero también puede tener lugar entre dos personas, una con menor participación en el proceso humorístico y la otra que aprovecha esta circunstancia para tomarlo como objeto de su humor.

El ejemplo que propone Freud es el de un condenado a muerte que un lunes es conducido al cadalso y que se atreve a tomarse a sí mismo como objeto de humor exclamando: “Linda manera de empezar la semana”, lo que evidentemente le produce alguna satisfacción. A nosotros nos puede hacer la misma gracia que al sujeto, esta ocurrencia, aunque del hecho haya pasado mucho tiempo.

También la persona que describe con humor la conducta de otras personas, tanto reales como imaginarias, dicho humor le concierne sólo a ella y a quienes la escuchan y no a quienes son objetos de ese humor.

Por lo tanto, la actitud humorística dirigida hacia la propia persona o hacia otras, le proporciona placer a quien la adopta y un placer similar al espectador que no participa en la trama, cuando el narrador, al evocar emociones displacenteras, lo defrauda y no expresa emoción alguna sino que hace un chiste, eludiendo la posibilidad de la manifestación emocional del oyente.

El humor, tanto como el chiste o lo cómico, posee un efecto liberador, grandioso y exaltante.

Es grandioso porque triunfa el narcisismo y el yo se hace invulnerable, al no aceptar dejarse vencer por los avatares de la realidad ni sentirse afectado por los traumas externos, y que al contrario, sólo los considera motivos de placer.

El humor refleja rebeldía contra la realidad y con el humor no sólo se logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales sino también la posibilidad de imponer el principio del placer.

El rechazo de las exigencias de la realidad, imponiendo en su lugar el principio del placer, es una forma de regresión para huir del sufrimiento, tal como ocurre en el área de la psicopatología con la neurosis, el alcoholismo, la depresión, el éxtasis o la locura.

El humor nos permite rechazar el sufrimiento sin abandonar el terreno de la salud psíquica.

La persona que adopta una actitud humorística se comporta como un adulto identificado con el padre, reduciendo a los demás al rol de niños.

El humorista logra desplazar la energía psíquica del yo a su Super yo, agrandándolo, lo que hace que su yo resulte empequeñecido y banales sus intereses. De esa forma, al Super yo le resulta fácil contener las reacciones del yo, poniéndose al servicio de una ilusión.

El humor no llega a ser tan intenso como lo cómico o el chiste, sin embargo, este placer resulta liberador y exaltante, porque lo principal es su intención, al tratar de convencernos de que este mundo que nos parece tan peligroso no es más que un juego de niños que se puede tomar en broma.

El Super yo, intenta, por medio del humor consolar al yo y protegerlo del sufrimiento. Lamentablemente no todos tienen sentido del humor, sólo unos pocos poseen este raro y precioso talento.

Malena
Fuente: “Obras Completas de Sigmund Freud”; Tomo III; “El Humor” Año 1927.