El Complejo de Edipo en la mujer - Psicología Malena Lede




El varón tiene como primer objeto amoroso a la madre al igual que la niña, la diferencia en el desarrollo sexual que ejerce este hecho es que el varón no tiene que cambiar de sexo al elegir un nuevo objeto amoroso que no sea su madre pero la mujer sí.

La relación particularmente intensa de la mujer con la madre en su primera etapa de desarrollo podría estar relacionada con la etiología de la histeria.

Cuando la niña ha dependido de su madre en forma intensa y prolongada, esa dependencia es trasladada posteriormente al padre con la misma intensidad.

Para Freud, la disposición bisexual es más patente en la mujer que en el hombre. Éste posee un solo órgano sexual, el pene; mientras la mujer posee una vagina y un clítoris, que es un pene no desarrollado.

En la genitalidad femenina lo esencial gira alrededor del clítoris en la infancia, ya que la primera etapa sexual de la mujer tiene características masculinas (o sea la satisfacción mediante la estimulación del clítoris), que puede continuar en la vida adulta, en tanto que la segunda, en que participa la vagina, es específicamente femenina.

En el hombre, el complejo de castración lo obliga a renunciar a su primer objeto de amor que es su madre y a elaborar el complejo de Edipo; pero en la mujer, el complejo de castración la puede llevar a tomar tres caminos evolutivos.

El primero, la conduce a apartarse totalmente de la sexualidad; el segundo la lleva a aferrarse a la masculinidad con la esperanza de tener alguna vez un pene, que puede derivar en una homosexualidad y el tercer camino, es el que le permite tener una actitud femenina normal, tomando al padre como objeto amoroso y alcanzando el modo femenino del complejo de Edipo.

En la mujer, la castración no destruye el Complejo de Edipo, sino que lo crea, ya que puede evadir las fuertes influencias hostiles (amenaza de castración) que hacen que en el hombre tiendan a destruirlo; hasta el punto que es bastante común que la mujer nunca llegue a superarlo.

La fase preedípica para la mujer es más importante que en el hombre. Muchas mujeres eligen una pareja en función al modelo del padre pero durante la relación repiten con él su mala relación con la madre.

El hombre debería heredar la relación que su mujer tenía con su padre, sin embargo tiene que asumir la vinculación que ella tenía con su madre.

La niña invariablemente comienza considerando a la castración como una desventaja personal y una vez que comprueba que dicha particularidad también afecta a todo el mundo femenino, confirma la característica negativa de su sexo y de esa forma desvaloriza a toda la feminidad, incluso a su madre.

Un motivo poderoso para apartarse de su madre es el reproche por no haberla dotado de un órgano genital completo, o sea de haber nacido como mujer; y otro motivo es un segundo reproche, el de no haberla amamantado lo suficiente.

Lo cierto es que la vinculación primaria con la madre, por ser tan intensa, debe desaparecer y la ambivalencia amor y odio determinará que la niña se aparte de ella.

El varón, en cambio, puede resolver su ambivalencia hacia la madre porque transfiere toda su hostilidad al padre.

Freud reconoce que no puede ignorar la acción de determinadas sustancias químicas en la excitación sexual femenina y masculina.

Malena
Fuente: “Obras Completas de Sigmund Freud”; Tomo III; “Sobre la Sexualidad femenina”; 1931