La Angustia neurótica - Psicología Malena Lede




La angustia es un estado afectivo probablemente innato o producido por un suceso primario como el nacimiento.

Esa disposición a la angustia, se convierte en la reacción de angustia, o sea en la señal de peligro que amenaza con la repetición de un hecho traumático que no siempre se puede enfrentar, pudiendo resultar paralizante y creador de síntomas.

La angustia neurótica se observa en tres circunstancias:

La primera, como angustia expectante, dispuesta a asociarse a cualquier eventual posibilidad de peligro o fracaso, como por ejemplo en la neurosis de angustia;

La segunda, como fobias, angustia que aún conserva una relación con un peligro exterior exagerado.

La tercera, como histeria u otras formas de neurosis graves que incluye síntomas que no tienen otro fundamento.

Con respecto a la angustia expectante, la causa más común es la excitación frustrada, no satisfecha, no utilizada.

Existe una importante relación entre el desarrollo de angustia y la creación de síntomas; por ejemplo, el enfermo de agorafobia comienza con un acceso de angustia en la calle y este acceso se repetirá cada vez que salga.

El síntoma de agorafobia es una inhibición, una limitación del Yo que de esa manera evita el acceso de la angustia.

La adquisición de hábitos de limpieza, por ejemplo, puede crear rituales y exigencias obsesivas con el fin de evitar la angustia.

Lo que se teme en la angustia neurótica es la propia libido, un peligro interior y no exterior, que no es reconocido conscientemente.

En las fobias se observa con claridad cómo se transforma el peligro interior en un peligro exterior (miedo exagerado e irracional a algo externo); ya que de este peligro se puede huir pero de un peligro interior es imposible; por lo tanto, la angustia, es reemplazada por la creación de síntomas fóbicos.

Lo que provoca la angustia en la vida anímica es un estado de gran excitación experimentada como no placentera que el individuo no puede vencer con su descarga, según las normas del principio del placer.

El instinto sexual tiene una fuente, un objeto y un fin. La fuente es el estado de excitación, el objeto es el propio cuerpo o un objeto externo y el fin es lograr que cese la excitación.

Cuando el instinto no encuentra ni objeto ni fin se produce la reacción de angustia y la formación de síntomas para eliminar la excitación.

Es querer y no poder, es sentirse frustrado y sentir la necesidad imperiosa de buscar sustitutos para calmar la angustia.

Nuestra valoración social nos permite modificar el fin y el objeto del instinto sexual y aplazar y sustituir su satisfacción por otra. A esta posibilidad Freud la denomina sublimación.

Los instintos sexuales que no se pueden satisfacer tienen suficiente plasticidad como para transformarse en fines socialmente aceptables.

Cabe aclarar que cuando Freud habla de sexualidad se está refiriendo al instinto de vida en general y no sólo a la genitalidad.

Malena
Fuente: “Obras Completas de Sigmund Freud”; Tomo III; “La angustia y la vida instintiva”