Amor - Odio - Psicología Malena Lede - Cómo dejar a tu pareja sin que te mate




Todos los días se producen episodios sangrientos de violencia doméstica y cada vez son más frecuentes los crímenes contra mujeres que mueren asesinadas por sus propias parejas.

¿Cómo se puede dejar a un hombre cuando la convivencia ya se hace imposible, sin poner en peligro la vida?

Lo mejor no es esperar mucho tiempo esperando que las cosas cambien, porque si la pareja es un alcohólico o un drogadicto, es difícil que renuncie a ese hábito para salvar su relación ya desgastada; y para la mujer, continuar en esas condiciones, cada día que pasa, significa incrementar las posibilidades de morir después de una discusión.

Los hombres, aunque ya no amen a sus mujeres, pueden llegar a odiarlas y sin embargo mantener el sentimiento arcaico de que ellas les pertenecen, como cualquier otro objeto de su propiedad, de manera que a cualquier mujer que pretenda actuar con autonomía y decida independizarse, no le resultará fácil lograr desprenderse de ese vínculo, porque ellos preferirán verla muerta antes que sea de otro.

En el asesinato ocurrido recientemente en un country de Buenos Aires, se cometieron varios errores que le costaron la vida a una joven mujer, madre de tres hijos, no obstante la presencia próxima a la escena del crimen, de los abogados de ambos cónyuges e inclusive de familiares.

El error más grave fue permitir que la pareja conversara a solas, teniendo el marido orden de restricción por frecuentes actos de violencia contra su mujer, momento que obviamente le brindó la oportunidad para matarla.

Cuando la cuestión que se discute es la repartición de bienes, la mujer jamás tiene que abordar ese tema a solas con su ex pareja, porque para eso están los abogados que actúan de intermediarios con conocimiento de causa; porque arriesgarse a ello implica la posibilidad concreta de provocar ineludiblemente un desenlace fatal.

Es cierto que las mujeres golpeadas, suelen continuar relacionándose con hombres golpeadores, a pesar de haber tenido experiencias anteriores. Se trata de relaciones sado masoquistas que por un lado les producen un placer morboso y por otro temor, vínculos que por lo general terminan mal.

La mujer puede evitar esta tragedia y salvar su vida si actúa con humildad, y es capaz de asumir su parte de responsabilidad en la ruptura, conducta que lleva implícita la intención de hacerle creer al hombre que la separación es lo mejor para él; porque victimizarse no es sólo la clave sino que también es el mejor recurso para salvar la vida y terminar una relación en buenos términos.

¿Qué gana una mujer orgullosa que desea, además de romper el vínculo, humillar a su marido? Gana un enemigo para toda la vida, alguien que le hará la vida imposible, que se complacerá en negarle lo que le pertenece y que preferirá cambiar de trabajo con tal de no tener la obligación de pagar los alimentos para sus hijos.

Como en toda relación humana, perder es ganar, ya que en este caso, la mujer se libera de toda culpa interna y se incrementan las posibilidades de un arreglo amistoso. Mientras tanto, la culpa es transferida al otro, quien por esta razón se sentirá inclinado a aceptar cualquier reparación, aunque le resulte costosa.

Lamentablemente, en cuestiones de parejas desavenidas, la pasión siempre reemplaza a la razón y no queda lugar para actuar con inteligencia.

Mantener la cabeza fría es lo que se necesita para tratar cuestiones de dinero o la tenencia de los hijos, pensando en forma racional y reconociendo que un divorcio no incluye también el divorcio de los hijos, que tienen todo el derecho de seguir viendo a su padre.

Hay que tener presente que el hombre, por lo general, tiene más fuerza y es más grande que la mujer y que en una lucha cuerpo a cuerpo siempre va a ganar él a menos que su mujer esté armada y pueda utilizarla antes que su pareja la mate.

Mientras tanto, siguen existiendo separaciones cada vez más cruentas, aunque ambos integrantes de la pareja ya no se amen y estén dispuestos a reanudar sus vidas con otros.

Claro que si la humanidad utilizara la inteligencia en sus conflictos humanos, tampoco habría más guerras y el mundo no sería lo que hoy es.

Malena