Amor, odio, culpa y reparación. Psicología Malena Lede




Las relaciones humanas afectivas son experiencias emocionales que invariablemente atraviesan circunstancias que transformará el amor en odio; el odio en culpa y la culpa, que es el auto reproche, en remordimiento, que exigirá reparación para recuperar el equilibrio.

El amor siempre subyace oculto hasta que esta mezcla de sentimientos se disipa, encuentra nuevamente su cauce y vuelve a florecer.

Los obstáculos que llevan del amor al odio son el egoísmo, los celos, la envidia, la inseguridad, la falta de confianza en uno mismo, el rencor y el resentimiento.

El amor puede volver a las personas celosas y posesivas, más aún si son inseguras y desconfiadas, si han tenido experiencias negativas y si alguna vez las han defraudado; pero aunque hayan sido ellas mismas las que inconscientemente provocaron la situación no deseada y si han aprendido de esas experiencias, el paso del amor al odio será más breve y menos cruento.

El odio surge del amor, y si no se manifiesta en algún momento es que tampoco hay más amor.

El odio produce culpa porque hace daño y provoca sufrimiento tanto al que odia como al odiado; y tanto es el dolor que el odio ocasiona que obliga a intentar la reparación inmediata.

El desequilibrio, es falta de amor, que es el sentimiento que tiende a unir los corazones, la emoción que inhibe la violencia y que hace posible la paz interior.

Odiar alguna vez al ser amado es humano, porque el ego es el que impide ver más allá de uno mismo, pero comprender y perdonar también son capacidades humanas que pueden transformar los sentimientos de odio en amor, obrar el milagro de liberarnos de la culpa y hacer posible el proceso de reparación.

Es imposible evitar que los sentimientos cambien, porque la vida cambia y todo a nuestro alrededor también cambia, lo importante es que las emociones genuinas que sentimos por alguien prevalezcan y no mueran.

Pero cuando una relación amorosa comienza a ser peligrosa para la propia integridad física, es importante saber retirarse con inteligencia y elegancia, a tiempo; aprender a olvidar y cambiar el ideal de pareja sado-masoquista por otro.

Malena