Conducta antisocial del adolescente - Psicología Malena Lede



La conducta antisocial es un trastorno del carácter que depende de cómo es el proceso madurativo del niño desde que se puede dar cuenta de las dificultades de su ambiente, de las frustraciones que sufre y de las experiencias conflictivas que tiene que vivir; y también de la fortaleza de su yo para desarrollar defensas.

La distorsión del carácter puede presentar síntomas neuróticos si el conflicto es con el inconsciente personal o síntomas psicóticos si es con la estructura del yo.

Pero existe además otro elemento que es la percepción del individuo de la falla que le produjo la detención de su desarrollo emocional.

El niño con trastornos de carácter no sólo ha sufrido un proceso madurativo perturbador sino que también en algunos aspectos ese proceso ha sido detenido o pospuesto, quedándole la esperanza de lograr que el ambiente familiar o posteriormente la sociedad, reparen el daño que le provocaron.

La tendencia antisocial del niño puede presentarse de dos maneras; mediante el reclamo de dinero, tiempo o atención de la gente (incluyendo robos) o la expectativa de una contención estructural que lo haga sentirse seguro.

La terapia para los trastornos del carácter tiene tres objetivos:
- Descubrir la patología oculta que se manifiesta en el trastorno, que le permita reconocer el derecho a confiar y a ser amado por una persona; y ayudar a estructurar un yo auxiliar más fuerte.
- Dar una satisfacción terapéutica a sus reclamos.
- Analizar tanto la distorsión del yo como los impulsos instintivos que surgirán en sus intentos de auto curación.

El objetivo es llegar al trauma primitivo a través de la evocación de dicho trauma en la experiencia terapéutica y la exteriorización de la rabia acumulada que irán liberando los procesos de maduración y le permitirán iniciar el período de crecimiento emocional y la posterior construcción de un carácter sin distorsiones.

La familia también puede proporcionar al individuo perturbado una cura natural reparando los daños causados siempre que su conducta lo permita, dado que las reacciones de la policía frente al robo o al comportamiento destructivo a veces, interrumpen esta tarea.

En cierta forma, el trastorno de carácter tiene un elemento positivo, que es que evita que el individuo caiga en la paranoia, la depresión maníaca, la psicosis o la esquizofrenia.

A veces, privarlos de la libertad y confinarlos precozmente por orden judicial, resulta positivo para la socialización del paciente, porque es una forma de contención del yo no integrado y de responder a la agresión con firmeza, poniendo límites y enseñando a la vez a controlar el odio en forma apropiada.

El trastorno de carácter en la adolescencia es diferente en ambos sexos. Por ejemplo, las niñas suelen mostrar su tendencia antisocial dedicándose a ejercer la prostitución y teniendo hijos ilegítimos.

La prostitución tiene beneficios secundarios y esto hace que el tratamiento de las adolescentes antisociales presente dificultades muy difíciles de superar.

Este problema que aqueja a la sociedad y que está destruyendo sus bases, tiene sus raíces en el nuevo concepto de familia, cuyos miembros son transitorios e intercambiables y que no representan un fundamento firme para la contención de los hijos.

Las parejas que no les interesa establecer un vínculo estable a largo plazo, no deberían tener hijos; tendrían que ser fieles a sí mismos, reconocer sus límites y aceptar que si eligen un estilo de vida tienen también que ser capaces de renunciar a otra forma de vivir que se opone.

Si pretenden vivirlo todo sin renunciar a nada, serán responsables de la infelicidad de sus hijos y tendrán que pagar su pretensión con sufrimiento.

Malena
Fuente: “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador”; Donald W. Winnicott.