Madurez - Psicología Malena Lede - Inmaduros de cincuenta años




Las personas que a pesar de sus años no se sienten adultas, es porque de alguna manera siguen siendo dependientes; siempre están buscando en quién apoyarse o a alguien que les diga lo que tienen que hacer.

Madurar significa llegar a valerse por sí mismo, ser capaz de entender las cosas para tomar la propia decisión.

No existen muchas personas maduras, porque vivir regido por los propios principios no es cómodo y es arriesgarse a ser marginado e incomprendido.

Las personas que se atreven a vivir según sus propias convicciones, pueden sacrificarlo todo menos su libertad de ser auténticamente ellas mismas.

No les importa la opinión de los demás, ni tener prestigio, porque viven sus vidas a cualquier precio.

Para una sociedad, los adultos infantiles son útiles porque no piensan demasiado, sólo respiran, comen y duermen, se entretienen haciendo zapping y ni siquiera se atreven a elegir qué ver.

Durante la segunda guerra mundial, estudios psicológicos revelaron que las personas que estaban en el ejército tenían una edad mental de doce años.

Para madurar hay que dejar de oír todas las voces de las personas que hemos internalizado y dar lugar a la única voz que realmente nos interesa, que es la voz del discernimiento que ha logrado nuestra propia conciencia y estar dispuesto a arriesgarse.

Lamentablemente la gente solamente envejece pero no madura, no es capaz de rescatar su ser interior para que se exprese y haga que su vida sea digna de ser vivida.

La individualidad es única pero la personalidad es la máscara que piensa una cosa y dice o hace otra.

No hay que ser maduro adoptando las poses de los que creen que son maduros y vivir en una contradicción permanente, sino hay que ser la persona que uno Es, porque la verdad está dentro de uno mismo.

Ser auténtico en un mundo alienado es difícil, más fácil y cómodo es ser falso siguiendo la corriente y sin hacer olas.

Vivir en la falsedad nos permite llevarnos bien con todo el mundo, no tener choques molestos, no provocar un enfrentamiento, sentirnos asimilados y queridos en los grupos, aunque tengamos bronca por dentro.

Si no puedes expresar tus broncas tampoco podrás expresar amor, porque cuando uno se reprime, lo hace en forma total, logrando así vivir anestesiado y estar como muerto.

Vivir de acuerdo a nuestras convicciones, sin transar, sin alienarse, no significa hacer cualquier cosa que uno quiera, al contrario, requiere de una disciplina absoluta. No se trata de control, sino de disciplina que quiere decir capacidad para aprender.

La persona disciplinada es la que aprende de sus experiencias, la que se atreve a explorar cosas nuevas, la que no tiene miedo, que se arriesga, que tiene confianza, que está dispuesta a incursionar en lo desconocido, y a responder a lo nuevo con algo nuevo no con algo viejo, porque cada situación es única y requiere una respuesta diferente.

Malena
Fuente: “Madurez – La Responsabilidad de ser uno mismo”; Biblioteca Osho.