Cómo discutir con la pareja sin pelearse - Psicología Malena Lede



El respeto por el otro se demuestra en las discusiones, porque el que se pone a gritar porque cree ser dueño de la verdad no es capaz de aceptar que pueden existir otros puntos de vista.

Una discusión es la oportunidad de exponer nuestra propia perspectiva sobre un tema específico y de escuchar lo que tiene que decir el otro sobre lo mismo.

Si ambas opiniones difieren radicalmente, se pueden rescatar los puntos en común pero no intentar convencer al otro para que cambie de opinión, porque ese es el principio del fin de la discusión y el comienzo de una pelea.

Las discusiones bien entendidas tienen que ser resueltas mediante una negociación y negociar significa cambiar una cosa por otra, ceder algo para obtener algo.

El que piensa en esos términos nunca llega a pelearse porque ambos se dan cuenta que pierden algo pero que también pueden ganar algo.

No se puede invadir la vida del otro ni coartar su libertad personal ni tampoco se debe permitir que invadan nuestra vida y coarten nuestra libertad.

Ambos tienen el derecho de realizarse como personas, de ser quienes son, de construir sus propias vidas para poder estar bien con ellos mismos y también con el otro, porque es más importante en la pareja ser admirado que alienado por intentar complacer.

La persona frustrada y sometida no puede ser feliz, estará siempre desconforme, amargada, deprimida y enferma; mientras quien tiene la oportunidad de realizarse podrá dar más de sí mismo, estará más contento, de buen humor y más dispuesto a hacer feliz a su pareja.

Los celos son sentimientos egoístas que impiden que una pareja sea feliz. Son sentimientos negativos que no permiten crecer por temor a la pérdida del amor pero que a la larga pueden terminar con una relación.

Hay que tener bien claro qué es lo que se puede negociar y qué es aquello a lo que no se puede renunciar.

No se puede negociar la libertad para realizarse, para hacer lo que a cada uno le gusta siempre que no se trate de algo que comprometa la relación.

No se puede negociar la propia dignidad de ser como uno es.

No se puede negociar el derecho a continuar el vínculo con la propia familia y los propios amigos.

No se puede negociar la forma de pensar.

No se pueden negociar los valores éticos,las ideas políticas ni las creencias.

Se pueden negociar algunas costumbres que puedan molestar al otro, o sea hábitos que podían mantener mientras vivían solos pero que resultan inconvenientes viviendo en pareja.

Se pueden negociar salidas, tiempo libre, recreaciones que ambos deseen compartir,de modo que los dos tengan oportunidad de hacer lo que les gusta, pero también es saludable para la pareja favorecer salidas que no se pueden compartir, como presenciar o practicar algún deporte, encontrarse con amigos personales o clientes o para ver a familiares que el otro no desee frecuentar.

Se pueden negociar decisiones laborales cuando afectan la actividad del otro de algún modo o el lugar de residencia.

Lo importante es lograr el consenso, para que la relación se mantenga transparente sin que existan signos de segundas intenciones que pueden resultar reprochables.

Una relación no se mantiene si uno de los dos no es feliz, por lo tanto, lograr la felicidad del otro sin que represente sacrificar la propia felicidad no sólo es posible sino que es necesario.

Las peleas producen un efecto acumulativo y cada vez se hacen más violentas hasta que se hace imposible poder controlarlas.

No aferrarse a las cosas que nos parecen importantes, ser pacientes, tolerantes, mantener la calma y priorizar los sentimientos hacia el otro, es lo más recomendable para una feliz convivencia.

Malena