El Sabelotodo - Psicología Malena Lede



En este mundo que vivimos, hay que aprender a dar y recibir, porque todos necesitamos recibir y también podemos dar algo.

Dar, nos pone en una posición de privilegio ante los demás y no todos se sienten cómodos recibiendo sin tener la oportunidad de dar.

El sabelotodo es un personaje urbano que está orgulloso de sus conocimientos y que en una reunión, parece que no puede evitar dar cátedra. Suele monopolizar la conversación y aburrir a la gente haciendo ostentación de lo todo lo que sabe.

Generalmente es alguien que tiene recursos suficientes como para desafiar a cualquiera en el arte del saber, ya sea porque ha hecho una o varias carreras universitarias, o porque disfruta leyendo libros y revistas especializadas en distintos temas o porque su memoria prodigiosa le permite recordar todo lo que ha leído, todo lo que ha escuchado, todo lo que ha visto.

Sin embargo, nadie puede saberlo todo, ni siquiera quienes tienen memoria fotográfica o quienes padecen del síndrome Savan, que son capaces de recitar lo que leyeron en un diccionario de mil hojas pero incapaces de discernir.

El problema de los que saben tanto de muchas cosas es que no consiguen relacionarse bien y suelen caer mal; y resultan pedantes y engreídos aunque sean la imagen de la humildad en persona.

Lo que el sabelotodo no sabe, es que no se le puede dar a la gente lo que no necesita, porque está comprobado que a la mayoría no le importa saber más de lo que sabe, a menos que esté atravesando una situación vital que le exija conocer sobre ese preciso tema.

Vivir en una sociedad organizada se hace cada vez más difícil. Las personas tienen que capacitarse o estudiar para poder conseguir un trabajo que les permita vivir dignamente y no todos pueden acceder a una educación adecuada.

Los que tienen trabajo, muchos de ellos agotan sus energías en una tarea que no siempre es de su agrado, tienen que tolerar durante el día muchas situaciones de estrés y cuando vuelven a casa apenas pueden cumplir con las obligaciones hogareñas y con la atención de los hijos.

Cuando se sientan a ver televisión, no es casual que casi todos ellos elijan programas escapistas y entretenidos, que logren hacerlos reír un rato antes de ir a dormir, o ver algún partido; y es bastante raro que tengan interés en aprovechar ese rato libre para ver programas instructivos.

El “rating” ´de televisión lo confirma, los programas menos vistos son aquellos que pueden servir para aprender o que obliguen a pensar, discernir, tomar conciencia o comprometerse con una posición.

Menos puede agradarle a la mayoría, estar con alguien en una reunión que resulte ser una enciclopedia, que tenga todas las respuestas y que cuando toma la palabra no deje ni siquiera pasar un aviso.

La gente instruida que tiene intereses comunes suele reunirse en grupos privados, asisten a conferencias, participan en seminarios, dan charlas y se retroalimentan mutuamente; porque para cualquier persona culta, resulta desgastante e inútil intentar esclarecer mentes cerradas.

Por eso, antes que nada, en una reunión, mejor es cerrar la boca y no gastar saliva, porque tienen que saber que sólo podrán explayarse a gusto en la oportunidad apropiada.

Cuando el sabihondo esté en un grupo heterogéneo, que no conoce bien, tiene que usar sus conocimientos e inteligencia para ponerse a su nivel y no desentonar, esforzarse en permanecer callado y hablar sólo cuando le pregunten sin entrar en detalles y sin mostrar que sabe más que los demás, si es que desea ser aceptado.

Todo lo que hemos aprendido y sabemos es para nosotros y nuestro bien y sólo lo podemos compartir en el ámbito adecuado, en una institución educativa, en un foro, en un sitio de internet, con personas que están interesadas; de esa manera estaremos seguros de no estar gastando nuestra energía en vano.

Es probable que el sabelotodo no se atreva a hablar de otra cosa que no sea de todo lo que sabe y ya eso es otra cosa, porque seguramente es un tímido que se siente seguro sólo hablando de temas que conoce.

Yo diría que si es tímido no tiene que preocuparse. Para las mujeres los tímidos son irresistibles porque son un misterio y resultan intrigantes, pueden salir tranquilas con ellos porque están seguras que no van a avanzar, sin que ellas los animen antes.

Malena