La Ambición - Psicología Malena Lede



La ambición es el anhelo de cumplir un sueño, de obtener algo, de alcanzar un objetivo, de llevar a cabo un propósito o de hacer realidad un proyecto.

Todos ambicionamos cosas o hechos diferentes y este deseo se convierte en el motor que nos impulsa a conseguir lo que queremos.

La ambición es sana en la medida que esté orientada a satisfacer necesidades subjetivas que no afecten a otros; y es enferma cuando se utiliza como un medio de control o dominio.

El miedo es la fuerza poderosa que frena y se opone a la ambición, es el prejuicio que la anula, que desalienta la creatividad y que obliga a abandonar los sueños.

Algunas personas pueden ambicionar sólo las cosas específicas que dominan, mientras otras, con mayor diversidad de potencial persiguen más cosas pero sin especializarse en ninguna.

Existen pocas personas fieles a sí mismas que se aceptan como son y ambicionan un ideal propio; el resto no se conoce bien, copia modelos, no puede definirse ni ser sincero consigo mismo y lo único que logra es perder toda su energía en tentativas inútiles intentando ser como otros.

Las personas exitosas son aquellas que reconocen su cualidad básica, que se dan cuenta en qué se destacan, de cuál es su especialidad, su naturaleza esencial, aquello que pueden hacer mejor que otros sin esfuerzo.

Hoy en día, no basta con tener un título para conseguir un buen trabajo, porque lo más importante es qué es lo que sabemos hacer; por eso, la clave del éxito es ser capaz de orientar la ambición en la dirección correcta.

Las personas con muchos talentos no tienen que temer centralizarse en una sola ambición, porque muchos dones pueden convertirse en un obstáculo para el progreso.

A veces, la impaciencia también puede llevar a una persona a no tomarse el tiempo necesario para su desarrollo e intentar avanzar más allá de sus posibilidades. Esto ocurre principalmente con gente muy ambiciosa que no puede esperar, que no reconoce sus propios límites y no ve la realidad.

El respeto por uno mismo es esencial, como así también el respeto por los demás, para no caer en la tentación de pasarles por encima y pisotearlos para llegar.

Avanzar agresivamente a toda costa es un error, porque es mucho más fácil lograr los objetivos con el apoyo y hasta el impulso de los demás.

El que apuesta a dedicarse a lo que sabe que hace bien no necesita alardear ni pisotear a nadie para llegar, porque naturalmente se dará su lugar, no tendrá reparos en elogiar a quienes trabajan con él y su liderazgo será más efectivo si a sus colaboradores les da poder para hacer las cosas bien.

Tratar con las personas es un arte que hay que aprender y también no hay que olvidar que la gente es más emotiva que racional y que la mayoría actúa motivada por los prejuicios y la vanidad.

Malena
Fuente: “Las 5 habilidades esenciales para tratar con las personas”; Dale Carnegie Training.