La Navidad y la Familia - Psicología Malena Lede



Para los cristianos, la Navidad representa el nacimiento del hombre nuevo; la oportunidad de atreverse a ser diferentes, de nacer a una nueva vida, de despertar a una nueva realidad más auténtica, con mayor capacidad de amar y con más conciencia.

Esta celebración es la inspiración que todos necesitamos para poder salir de nuestros antiguos condicionamientos y de nuestros hábitos dañinos; para comenzar a ser más sinceros, más genuinos, y más generosos y para poder reconocer las discusiones estériles, los oscuros egoísmos y la enorme ignorancia que nos lleva a ser orgullosos y soberbios.

En estas fiestas procuremos ver con buenos ojos a todos nuestros familiares y elevar el umbral de nuestra percepción para que no nos lleguen las indirectas, las recriminaciones o las ofensas y para que podamos ser más humildes y capaces de poner la otra mejilla.

Existen personajes en todas las familias que aprovechan estas celebraciones para reiterar viejas rencillas, para decir lo que no dijeron en su momento, para descargar antiguos resentimientos.

Estos sujetos pueden hacer que una velada de Navidad se convierta en una batalla donde todos se pierden la oportunidad de perdonar y ser perdonados, porque ninguno puede dejar atrás el pasado.

Ser más conscientes nos permite centrarnos en lo esencial, vivir el presente, hacernos cargo de nuestros propios actos, darnos cuenta de nuestro potencial y ver la realidad como es; porque si seguimos echándole la culpa a los otros de todas nuestras dificultades jamás seremos libres y no dejaremos nunca de ser esclavos de los demás.

El espíritu de la Navidad nos puede ayudar a dominar nuestro ego, a aprender que la reacción es la conducta que esperan los que nos ofenden y que la única forma de sorprender y terminar una discusión es evitando satisfacer esa expectativa.

Quienes nos criaron nos acompañan desde que nacimos y también los que hicieron posible nuestro desarrollo y crecimiento, lo mínimo que podemos hacer por ellos es ser capaces de reconocer sus esfuerzos.

Lamentablemente, recién cuando perdemos a nuestros seres queridos podemos apreciarlos y recién cuando somos padres nos damos cuenta de lo difícil que resulta criar hijos.

Seamos agradecidos. A nuestros padres les debemos la vida; y a quienes nos criaron, haber sobrevivido.

Que en esta Navidad se produzca un milagro: que el odio se convierta en amor, los viejos rencores en comprensión y el resentimiento en perdón, que las heridas cicatricen y las ofensas se olviden, para que la armonía y la paz pueda a reinar en todos los hogares.

"FELIZ NAVIDAD"

Malena