La Ciencia y la Magia - Psicología Malena Lede



La ciencia es mágica porque puede cambiar la realidad a partir de una intuición interior.

Aproximadamente 569 años antes de Cristo, vivió un célebre filósofo griego, del cual no existe documento escrito alguno, que dejó una huella indeleble que influyó en la filosofía Occidental y en el desarrollo de las matemáticas.

Fue Pitágoras, filósofo presocrático, célebre matemático, músico y astrónomo que fundó la Hermandad pitagórica, dedicada entre otras ciencias, al estudio de la medicina, la ética y la política, aunque principalmente era de carácter religioso.

Efectivamente, los seguidores de Pitágoras eran una confraternidad hermética que veneraba símbolos místicos y practicaba costumbres esotéricas.

Se sabe por fuentes fidedignas de esa época, que Pitágoras visitó seguramente Arabia, Fenicia, Babilonia y también Egipto.

En Babilonia, adquirió conocimientos sobre rituales sagrados y sobre los misterios órficos, aproximándose a sus ideas religiosas en cuanto a la creencia en la reencarnación, a la inmortalidad del alma y su transmigración en otros seres.

Las enseñanzas de Pitágoras unen a la ciencia y el misticismo haciendo de la realidad una unidad indisoluble y arribando a las siguientes conclusiones:

- La realidad última del universo es de naturaleza matemática. Primero es el número, después el plano y las figuras sólidas y luego los cuerpos del mundo sensible.

- En los números y sus relaciones armoniosas están los principios verdaderos del conocimiento.

- El alma, si se eleva, puede unirse a lo divino y continuar un modo de vida atractivo de rigor y disciplina y la filosofía purifica el espíritu.

- Existen ciertos símbolos poderosos que son de naturaleza mística.

- Los miembros de la Hermandad Pitagórica tenían que guardar absoluta lealtad y secreto, principalmente sobre las especulaciones religiosas o políticas.

Pitágoras tenía notables intuiciones y aún sin contar con ningún instrumento para sus observaciones, ya en ese entonces creía que los cuerpos celestes giraban alrededor de un fuego central, que no era el Sol sino una fuerza, y sostenía que la Tierra era el centro del Universo.

Valoraba en el individuo la calma y el carácter y en la vida social y personal, el orden y la armonía.

En esa época era bastante común que la ciencia estuviera ligada a las creencias religiosas, ya que principalmente solían ser los sacerdotes los que tenían acceso al conocimiento, por no tener que trabajar para vivir.

El pensamiento mágico es una creencia que no tiene explicación racional, porque son ideas internas que no resisten las reglas de la lógica.

El poder de la mente para cambiar el mundo físico por medio del espíritu, que los antiguos llamaban alquimia, fue para los filósofos una quimera, hasta ahora imposible de descifrar.

El pensamiento mágico se origina en nuestro interior y es la posibilidad de cambiar el mundo, porque los pensamientos modifican la percepción y pueden cambiar la realidad.

Malena

Fuente: “Pitágoras – La infancia de la filosofía”; Víctor Gomez Pin.